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Capítulo 19 Copyright y globalización en la era de las redes informáticas1

David Thornburn (moderador). Nuestro conferenciante de hoy, Richard Stallman,2 es una figura legendaria en el mundo de la informática, y mi experiencia al tratar de encontrar una persona que comparta el estrado con él fue instructiva. Un distinguido profesor del MIT me dijo que Stallman debe ser entendido como un personaje carismático de una parábola bíblica —una especie de anécdota o lección del Antiguo Testamento. «Imagínate —me dijo— un Moisés o un Jeremías... mejor un Jeremías». Y yo dije «bien, eso es muy admirable. Suena maravilloso. Confirma mi idea acerca del tipo de contribución que ha hecho al mundo. Entonces, ¿por qué no quieres compartir el estrado con él?». Su respuesta: «como Jeremías o Moisés, él simplemente me apabullaría. No querría aparecer en el mismo programa que él, pero si me pidieras que nombre a cinco personas vivas en el mundo que realmente nos hayan ayudado a todos nosotros, Richard Stallman sería una de ellas».

Richard Stallman. Debería empezar explicando por qué me negué a permitir que esta conferencia sea transmitida en directo vía Internet, en caso de que no haya sido plenamente aclarada esta cuestión: el software que utilizan para transmitir imagen y sonido en vivo por Internet requiere que el usuario descargue cierto software para recibir la transmisión. Ese software no es software libre. Está disponible a precio cero pero sólo como «ejecutable», que es un misterioso montón de números.

Lo que hace es secreto. No lo puedes estudiar, no lo puedes cambiar y ciertamente no puedes publicarlo en tu propia versión modificada. Y éstas están entre las libertades que son esenciales en la definición de «software libre».

Entonces, si voy a ser un defensor sincero del software libre, difícilmente podría andar dando discursos y ejercer presión sobre la gente para que use software no libre. Estaría socavando mi propia causa. Y si yo no demuestro que me tomo en serio mis principios, no puedo esperar que nadie más los tome en serio.

Sin embargo, esta charla no es acerca del software libre. Después de haber trabajado en el movimiento del software libre durante muchos años y de que la gente haya comenzado a usar algunas partes del sistema operativo GNU, empecé a ser invitado a dar conferencias, en las que la gente empezó a preguntarme: «Bueno, ¿de qué manera las ideas sobre la libertad para los usuarios de software pueden generalizarse a otro tipo de cosas?». Y, por supuesto, alguna gente hacía preguntas tontas como «¿debería ser libre el hardware?», «¿este micrófono debería ser libre?».

Bien, ¿esto qué significa? ¿Deberías ser libre de copiarlo y modificarlo? Si compras un micrófono, nadie te va a impedir modificarlo. Y copiarlo... nadie tiene un copiador de micrófonos. Fuera de Star Trek, esas cosas no existen. Puede ser que algún día haya analizadores y ensambladores nanotecnológicos, y entonces estas cuestiones de si eres libre o no de hacer copias realmente adquirirán importancia. Veremos empresas agroindustriales intentando impedir que la gente copie alimentos y eso se va a convertir en una cuestión política de primer orden; si es que esa capacidad tecnológica llega a existir. No sé si ocurrirá, de momento es sólo especulación.

Pero para otras formas de información, se puede traer el asunto a colación, puesto que cualquier clase de información que pueda ser almacenada en un ordenador, de forma concebible, puede ser copiada y modificada. Así que las cuestiones éticas del software libre, la cuestión del derecho de un usuario a copiar y modificar software, son las mismas que las relativas a otras formas de información publicada. Yo no estoy hablando de información privada; digamos, información personal, la cual se supone que nunca debería estar disponible para el público. Estoy hablando de los derechos que debieras tener si obtienes copias de cosas publicadas, que no se intenta mantener en secreto.

19.1 La historia del copyright

A fin de explicar mis ideas en la materia, quisiera repasar la historia de la difusión de información y del copyright. En el mundo antiguo, los libros se escribían a mano con una pluma y cualquiera que supiera cómo leer y escribir podía copiar un libro casi tan eficientemente como los demás. Cierto que alguien que lo hiciese todo el día probablemente aprendería a hacerlo un poco mejor, pero no había una gran diferencia. Y como las copias se hacían de una en una, no existía una gran economía de escala. Hacer diez copias llevaba diez veces más tiempo que hacer una copia. Tampoco había nada que forzara la centralización; un libro podía copiarse en cualquier lugar.

Ahora bien, debido a las características de esta tecnología, dado que no obligaba a que las copias fueran idénticas, no había en la antigüedad una distinción total entre copiar un libro y escribir un libro. Había cosas en el medio que tenían sentido. Entendían. sí, la idea de autor. Sabían, digamos, que tal obra había sido escrita por Sófocles, pero entre la escritura del libro y su copia había otras cosas útiles que podías hacer. Por ejemplo, podías copiar una parte de un libro, después añadir algunas palabras nuevas, copiar algo más y escribir algo más, y así. Esto se llamaba «escribir un comentario». Era algo muy común y estos comentarios eran apreciados.

Podías también copiar un pasaje de un libro, después añadir algunas palabras y copiar un pasaje de otro libro y añadir más palabras, y así... y esto era hacer un compendio. Los compendios también eran muy útiles. Hay obras que se han perdido, pero algunas de sus partes sobrevivían citadas en otros libros que alcanzaban mayor popularidad que el original. Quizás copiaban las partes más interesantes y así la gente hacía muchas copias de estos fragmentos pero no se molestaban en copiar el original porque no era lo bastante interesante.

Hasta donde yo sé, no había copyright en el mundo antiguo. Cualquiera que quisiera copiar un libro podía copiarlo. Más tarde se inventó la imprenta y los libros empezaron a copiarse en la imprenta. La imprenta no era sólo una mejora cuantitativa en la facilidad de copia, sino que afectaba de manera diferente a los distintos tipos de copiado, ya que introducía una economía de escala inherente. Era mucho trabajo preparar cada página pero mucho menos trabajo hacer varias copias idénticas de la misma. El resultado fue que copiar libros tendió a convertirse en una actividad centralizada y de producción masiva. Las copias de cualquier libro se harían probablemente sólo en unos pocos lugares.

También significó que los lectores ordinarios no podrían copiar libros eficientemente. Sólo si tenías una imprenta podías hacerlo. Se trataba de una actividad industrial.

Durante los primeros siglos de imprenta, los libros impresos no reemplazaron totalmente a los copiados a mano. Las copias artesanales todavía se hacían, a veces por gente rica y a veces por gente pobre. Los ricos lo hacían para tener copias especialmente hermosas, que mostraran lo ricos que eran, y los pobres lo hacían porque quizás no tenían suficiente dinero para comprar una copia impresa, pero tenían tiempo para copiar a mano un libro. Como dice la canción: «el tiempo no es dinero cuando todo lo que tienes es tiempo».

De este modo, el copiado a mano todavía se hacía con una determinada profusión. Creo que fue durante el siglo XIX cuando la impresión se volvió tan barata que incluso la gente pobre podía comprarse libros impresos si sabía leer.

El copyright apareció con el uso de la imprenta y dada la tecnología de la imprenta, tenía el efecto de una regulación industrial. No restringía lo que podían hacer los lectores; restringía lo que podían hacer los editores y los autores. El copyright en Inglaterra inicialmente fue una forma de censura. Tenías que obtener un permiso del gobierno para publicar el libro. Pero la idea cambió. En los tiempos de la Constitución de los Estados Unidos, la gente adoptó una idea diferente del propósito del copyright y creo que esa idea también fue aceptada en Inglaterra.

En la redacción de la Constitución de los EEUU se propuso que a los autores se les debería otorgar un copyright, un monopolio sobre la copia de sus libros. Esta propuesta fue rechazada. En cambio, fue adoptada una propuesta crucialmente diferente: con el fin de promover el progreso, el Congreso podría opcionalmente establecer un sistema de copyright que creara esos monopolios. Estos monopolios, de acuerdo con la Constitución de los EEUU, no existen por el bien de sus propietarios, sino para promover el progreso de la ciencia. Los monopolios se conceden a los autores como un modo de influir en su comportamiento, para lograr que hagan algo que sirva al público.

De este modo, el objetivo es tener más libros escritos y publicados que la gente pueda leer. Y se cree que el copyright contribuye al incremento de la actividad literaria, al incremento de la escritura científica y en otros campos, y que la sociedad aprende así a través de él. Ése es el propósito al que debe servir. La creación de monopolios privados era sólo un medio para procurar un fin y este fin es un fin público.

El copyright en la era de la imprenta era bastante inofensivo, pues se trataba de una regulación industrial. Restringía sólo las actividades de los editores y de los autores. Bueno, en sentido estricto, también los pobres que copiaban libros a mano podrían haber infringido la ley de copyright. Pero nadie trató nunca de forzarlos a respetar el copyright ya que se entendía como una regulación industrial.3

El copyright en la era de la imprenta también era fácil de hacer cumplir, dado que tenía que hacerse cumplir sólo donde había un editor y los editores, por su naturaleza, se hacen conocer. Si estás tratando de vender libros, tienes que decirle a la gente dónde ir a comprarlos. No tienes que entrar en la casa de todo el mundo para hacerles respetar el copyright.

En definitiva, el copyright puede haber sido un sistema beneficioso en aquel contexto. El copyright en EEUU es considerado por los especialistas en Derecho como un trato comercial, un contrato entre el público y los autores. El público cede algunos de sus derechos naturales y a cambio se beneficia con la escritura y la publicación de mayor cantidad de libros.

Ahora, ¿es éste un trato ventajoso? Bien, cuando el público en general no puede hacer copias porque sólo pueden hacerse eficientemente en las imprentas —y la mayoría de la gente no tiene imprenta— el resultado es que el público en general está cediendo una libertad que no puede ejercer, una libertad sin ningún valor práctico. Si tienes algo que es un subproducto en tu vida y que es inútil, y tienes la oportunidad de intercambiarlo por algo de algún valor, estás ganando. Así es cómo el copyright pudo haber sido un trato ventajoso para el público en aquella época.

Pero el contexto está transformándose y eso debe cambiar nuestra evaluación ética del copyright. Ahora bien, los principios básicos de la ética no se modifican por los avances de la tecnología; son demasiado fundamentales para estar afectados por tales contingencias. Sin embargo, nuestra decisión sobre cualquier asunto específico depende de las consecuencias de las alternativas disponibles y las consecuencias de una determinada opción pueden cambiar si el contexto cambia. Eso es lo que está ocurriendo con el copyright, la era de la imprenta está llegando a su fin, dando paso gradualmente a la era de las redes informáticas.

Las redes informáticas y la tecnología de la información digital nos están devolviendo a un mundo más parecido a la antigüedad, donde cualquiera que pueda leer y usar la información puede también copiarla y hacer copias casi tan fácilmente como cualquiera. Son copias perfectas y son tan buenas como las que podría hacer cualquiera. De este modo, la centralización y las economías de escala introducidas por la imprenta están desapareciendo.

Este contexto cambiante modifica el modo en que funciona la legislación de copyright. Veréis, la ley de copyright ya no actúa como una regulación industrial; ahora es una restricción draconiana sobre el público en general. Solía ser una restricción sobre los editores por el bien de los autores. Ahora, por propósitos prácticos, es una restricción sobre el público en provecho de los editores. El copyright solía ser bastante inofensivo y poco controvertido. No restringía al público en general. Ahora eso ya no es verdad. Si tienes un ordenador, los editores consideran la restricción como su más alta prioridad. El copyright era fácil de hacer cumplir porque era una restricción que pesaba sólo sobre los editores, que eran fáciles de encontrar —y lo que publicaban era fácil de ver. Ahora el copyright es una restricción que pesa sobre cada uno de vosotros. Su cumplimiento requiere vigilancia, intrusión y duros castigos, observamos cómo se está incorporando a la legislación de los EEUU y de otros países.

El copyright solía ser, discutiblemente, un trato ventajoso para el público porque el público estaba cediendo libertades que no podía ejercer. Bueno, ahora sí puede ejercer estas libertades. ¿Qué haces si te has acostumbrado a ceder un subproducto que no te era útil y, de pronto, descubres un uso para él? Puedes, de hecho, consumirlo, usarlo. ¿Qué haces? No lo negocias; te guardas algo. Y eso es lo que el público querría naturalmente hacer. Eso es lo que el público hace cada vez que se le da la oportunidad de expresar su preferencia. Se guarda algo de su libertad y la ejerce. Napster es un gran ejemplo de eso: el público decide ejercer la libertad de copiar en vez de entregarla. Entonces lo que naturalmente debemos hacer para conseguir que la legislación de copyright se ajuste a las circunstancias actuales, es reducir la cantidad de restricciones que pesan sobre el público e incrementar la libertad que el público conserva.

Pero esto no es lo que los editores quieren hacer. Lo que ellos quieren hacer es exactamente lo contrario. Ellos quisieran incrementar los poderes del copyright hasta el punto de que les permita controlar todo el uso de la información. Esto ha llevado a leyes que han concedido un incremento sin precedentes de los poderes de copyright. Se están retirando libertades que el público solía tener en la época de la imprenta.

Por ejemplo, echemos un vistazo a los libros electrónicos. Hay una tremenda cantidad de publicidad sobre los libros electrónicos; difícilmente puedes evitarla. Tomé un vuelo en Brasil y en la revista de a bordo había un artículo diciendo que quizás iba a llevar diez o veinte años hasta que todos nosotros nos pasáramos a los libros electrónicos. Claramente, este tipo de campaña viene de alguien que está pagando por ella. Ahora bien, ¿por qué lo están haciendo? Creo que lo sé. La razón es que los libros electrónicos son la oportunidad de retirar a los lectores de libros impresos algunas de las libertades residuales que tienen y que siempre tuvieron. La libertad, por ejemplo, de prestarle un libro a un amigo, o de tomarlo prestado de una biblioteca pública, o de vender una copia a una librería de viejo, o de comprar una copia anónimamente, sin dejar registrado en una base de datos quién compró ese libro en particular. Y puede que aún el derecho a leerlo dos veces.

Éstas son libertades que los editores quisieran retirar, pero no pueden en el caso de los libros impresos porque sería una usurpación de poder muy obvia y generaría protesta. Entonces encontraron una estrategia indirecta: primero, obtienen la legislación para retirar esas libertades a los libros electrónicos cuando todavía no hay libros electrónicos, así no hay controversia. No hay usuarios preexistentes de libros electrónicos acostumbrados a sus libertades y dispuestos a defenderlas. Eso es lo que consiguieron con la Digital Millenium Copyright Act en 1998. Entonces introducen los libros electrónicos y gradualmente logran que todos se pasen de los libros impresos a los libros electrónicos, eventualmente el resultado es: los lectores perdieron esas libertades sin que jamás haya habido un instante en el que esas libertades les fueran retiradas y en el que ellos pudieran haber luchado para conservarlas.

Vemos al mismo tiempo esfuerzos para retirarle a la gente la libertad de usar otro tipo de obras publicadas. Por ejemplo, las películas en DVD se publican con un formato cifrado que iba a ser secreto —se suponía que iba a ser secreto— y la única forma en que las compañías cinematográficas iban a darte el formato, de manera que pudieras fabricar un reproductor de DVD, era si firmabas un contrato comprometiéndote a incluir ciertas restricciones en el reproductor, con el resultado de que se impediría al público el ejercicio completo de sus derechos legales. Entonces unos cuantos astutos programadores en Europa encontraron la forma de descifrar los DVD y escribieron un paquete de software libre que podía leer un DVD.4 Esto hizo posible usar software libre sobre el sistema operativo GNU/Linux para ver el DVD que habías comprado, lo cual es algo perfectamente legítimo. Deberías tener derecho a hacer eso con software libre.

Pero las compañías cinematográficas reclamaron y fueron a juicio. Ya veis, las compañías cinematográficas han hecho un montón de películas en las que hay un científico loco y alguien dice «pero doctor, hay ciertas cosas que se supone que el Ser Humano no debe conocer». Seguramente han visto demasiadas de sus propias películas porque llegaron a creer que el formato de los DVD es algo que el Ser Humano no debía conocer. Y obtuvieron un fallo para censurar totalmente el software reproductor de DVD. Prohibieron hasta linkar a una pagina web fuera de los EEUU en donde esta información estuviera legalmente disponible. Se ha hecho una apelación a este fallo. Me enorgullece decir que yo firmé un breve alegato en aquella apelación, aunque represento un papel bastante pequeño en esa batalla en particular.

El gobierno de los EEUU intervino directamente en favor del bando contrario. Esto no es sorprendente cuando consideras porqué la Digital Millennium Copyright Act fue aprobada en la primera votación. La razón es el sistema de financiación de campañas políticas que tenemos en EEUU, que es esencialmente un soborno legalizado, donde los candidatos son comprados por las empresas antes de ser siquiera elegidos. Y, por supuesto, ellos saben quién es su amo —saben para quién trabajan— y aprueban las leyes que les dan más poder a las compañías.

Qué ocurrirá con aquella batalla en particular, no lo sabemos. Pero mientras tanto Australia ha aprobado una ley similar y Europa está terminando de adoptar una: así que el plan es no dejar lugar en la Tierra donde esta información esté disponible para el público. Sin embargo, los EEUU siguen siendo el líder mundial en tratar de impedir que el público distribuya información que ha sido publicada.

Los EEUU, sin embargo, no son el primer país en hacer de esto una prioridad. La Unión Soviética trató este tema como algo muy importante. Allí, la copia y redistribución no autorizadas eran conocidas como samizdat y para erradicarlas desarrollaron una serie de métodos: primero, guardias vigilando cada equipo de copia para verificar qué es lo que copiaba la gente e impedir hacer copias prohibidas. Segundo, duros castigos para cualquiera que pescaran haciendo copias prohibidas. Te podían mandar a Siberia. Tercero, buscar informantes, pidiéndole a todo el mundo que delate a sus vecinos y compañeros a la policía de la información. Cuarto, responsabilidad colectiva: «¡Tú! ¡Tú vas a vigilar a ese grupo! Si pesco a cualquiera de ellos haciendo copias prohibidas, irás a prisión. Así que vigílalos bien». Y quinto, propaganda, empezando en la niñez para convencer a todos de que sólo un horrible enemigo del pueblo podría perpetrar este copia prohibido.

Los EEUU están usando todos estos métodos ahora. Primero, guardias vigilando los equipamientos de copia. En tiendas de copiado, tienen guardias que verifican lo que copias. Pero emplear guardias humanos para vigilar qué copias en tu computadora sería demasiado caro; el trabajo humano es demasiado caro. Entonces tienen guardias robot. Ese es el propósito de la Digital Millennium Copyright Act. Este software va en tu ordenador; es la única manera en que puedes acceder a cierta información y te impide copiarla.

Ahora existe un plan para introducir este software en cada disco duro, de modo que habría archivos en tu disco a los que ni siquiera podrías acceder, excepto obteniendo permiso de acceso de algún servidor de red. Esquivar este software o aun decirle a otra gente cómo esquivarlo constituye un delito.

Segundo, duros castigos. Hace unos pocos años, si hacías copias de algo y se las entregabas a tus amigos, sólo para ayudarlos, esto no era un delito; nunca había sido un delito en los EEUU. Entonces lo convirtieron en una fechoría, de modo que te pueden poner en prisión durante años por compartir con tu vecino.

Tercero, informantes. Bueno, habréis visto los anuncios en la televisión, los anuncios en el metro de Boston pidiéndole a la gente que delate a sus compañeros de trabajo a la policía de la información, que oficialmente se llama Asociación de Editores de Software.

Y cuarto, responsabilidad colectiva. En los EEUU, se ha hecho mediante el alistamiento de los proveedores de Internet, haciéndolos legalmente responsables de todo lo que sus clientes publiquen. El único modo en que pueden evitar ser considerados responsables es si siguen invariablemente el procedimiento de desconectar o retirar la información en menos de dos semanas después de recibir una queja. Hace unos pocos días, oí que un sitio que contenía una protesta inteligente criticando al City Bank por algunas de sus malvadas políticas fue desconectado de esta manera. Hoy en día, ni siquiera te juzgan; tu sitio sencillamente es ser desconectado.

Y, finalmente, propaganda, comenzando desde la infancia. Para eso se usa la palabra «pirata». Si hacéis memoria, hace apenas unos pocos años el término «pirata» se aplicaba a los editores que no pagaban al autor. Pero ahora se le ha dado la vuelta completamente. Ahora se aplica a los miembros del público que escapan al control del editor. Está siendo usado para convencer a la gente de que sólo un malvado enemigo del pueblo podría practicar la copia prohibida. Dice que «compartir con el prójimo es el equivalente moral de atacar un barco». Espero que no estéis de acuerdo, y si no lo estáis, espero que rehuséis a usar la palabra de tal manera.

Así que los editores están comprando leyes para darse más poder a sí mismos. Además, están extendiendo los plazos de duración del copyright. La Constitución de los EEUU dice que el copyright debe durar durante un tiempo limitado, pero los editores quieren que el copyright dure para siempre. Sin embargo, obtener una enmienda constitucional sería bastante difícil, así que encontraron una manera más fácil de lograr el mismo resultado. Cada veinte años extienden retroactivamente el copyright por veinte años mas. Así, el resultado es que, en un determinado momento, el copyright dura nominalmente por un cierto período y cualquier copyright dado va a expirar nominalmente algún día. Pero esa expiración nunca se alcanzará porque cada copyright se extenderá por veinte años, cada veinte años; entonces, ningún trabajo entrará en el dominio público otra vez. Este ha sido llamado el «plan del copyright perpetuo a plazos».

La ley que en 1998 extendió el copyright por 20 años se conoce como Ley de Mickey Mouse de Extensión del Copyright5 porque uno de los principales auspiciantes de esta ley fue Disney. Disney se dio cuenta de que el copyright sobre Mickey Mouse iba a expirar, y ellos no quieren que eso ocurra nunca, pues hacen un montón de dinero con ese copyright.

19.2 Globalización

Ahora bien, el título original de esta charla era supuestamente «Copyright y Globalización». Si observáis la globalización, veréis que está compuesta de un conjunto de políticas que se hacen en nombre de la eficiencia económica, los llamados tratados de libre comercio, los cuales realmente están diseñados para darle a las compañías poder sobre las leyes y las directrices políticas. No son realmente tratados sobre libre comercio. Tienen que ver con transferencias de poder: retirar el poder de decidir leyes a los ciudadanos de cualquier país que pudieran acaso tener en cuenta sus propios intereses y dar ese poder a las compañías que no tendrán en cuenta los intereses de esos ciudadanos.

Desde su punto de vista la democracia es el problema y estos tratados están diseñados para terminar con el problema. Por ejemplo, el NAFTA [Zona de Libre Comercio de Norte América] de hecho contiene disposiciones, creo, que permiten a las compañías demandar a otro gobierno para así librarse de una ley que ellas piensen que dificulta sus ganancias en otro país. De este modo, las compañías extranjeras tienen más poder que los ciudadanos del país.

Existen pretensiones de extender esto más allá del NAFTA. Por ejemplo, este es uno de los objetivos de la así llamada Área de Libre Comercio de las Américas, extender este principio a todos los países de Sudamérica y el Caribe, y el acuerdo multilateral sobre la inversión iba a intentar diseminarlo por todo el mundo.

Una cosa que hemos visto en la década de 1990 es que estos tratados empiezan a imponer la legislación de copyright en todo el mundo, de maneras más poderosas y restrictivas. Estos tratados no son tratados de libre comercio. Son de hecho tratados de comercio controlado por empresas, usados para darle control a las corporaciones sobre el comercio mundial, para eliminar el libre comercio.

Cuando los EEUU eran un país en desarrollo en el siglo XIX, no reconocían los copyrights extranjeros. Ésta era una decisión tomada cuidadosamente y era una decisión inteligente. Se entendía que, para los EEUU, reconocer copyrights extranjeros sería desventajoso, que el dinero sería absorbido desde fuera y no haría mucho bien.

La misma lógica sería aplicable hoy día a los países en desarrollo, pero los EEUU tienen suficiente poder para obligarlos a ir en contra de sus intereses. De hecho, es un error hablar de los intereses de los países en este contexto. De hecho, estoy seguro de que la mayoría de ustedes han oído la falacia de intentar juzgar el interés público mediante la suma de la riqueza de todos. Si los trabajadores norteamericanos perdieran mil millones de dólares y Bill Gates ganase dos mil millones, los norteamericanos ¿estarían en general mejor? ¿Sería bueno para EEUU? Si miramos sólo el total parece que es bueno. Sin embargo, en realidad este ejemplo muestra que sumar el total es una manera incorrecta de juzgar, pues Bill Gates no necesita realmente otros dos mil millones pero la pérdida de mil millones por parte de otra gente que no tiene tanto puede, para empezar, ser dolorosa. Bien, en una discusión acerca de cualquiera de estos tratados de comercio, cuando oyes a la gente hablar de los intereses de este o de aquel país, lo que están haciendo con cada país es sumar los ingresos del total de población. Se suma el dinero de la gente rica y de la gente pobre. Así que aplicar esa misma falacia es en realidad una excusa para hacerte ignorar el efecto de la distribución de la riqueza en el país y en qué medida va a aumentar esa disparidad, como ha ocurrido en los EEUU.

Por lo tanto, no son realmente los intereses de los EEUU lo que se está defendiendo al imponer la legislación de copyright alrededor del mundo. Son los intereses de ciertos propietarios de empresas, muchos de los cuales están en los EEUU y algunos están en otros países. En ningún caso se defiende el interés público.

19.3 Repensar el copyright

Pero ¿qué cosa tendría sentido hacer? Si creemos en el objetivo del copyright declarado, por ejemplo, en la Constitución de los EEUU, que es el objetivo de promover el progreso, ¿qué normas sería inteligente usar en la era de las redes informáticas? Claramente, en vez de incrementar los poderes del copyright, tenemos que disminuirlos tanto como para darle al público cierto espacio de libertad donde pueda hacer uso de los beneficios de la tecnología digital, hacer uso de sus redes informáticas. Pero ¿hasta dónde podemos llegar con eso? Es una pregunta interesante porque no creo que debamos abolir totalmente el copyright. La idea de intercambiar algunas libertades a cambio de más progreso todavía podría ser ventajosa a cierto nivel, aun cuando el copyright tradicional restringe demasiada libertad. Pero para pensar acerca de esto de forma inteligente, lo primero que debemos reconocer es que no hay razón para hacerlo de modo totalmente uniforme. No hay razón para insistir en conceder el mismo trato en todo tipo de trabajos.

De hecho, no es ese el caso actualmente porque hay un montón de excepciones para la música. La música es tratada de formas muy diferentes bajo la legislación de copyright. Pero la insistencia arbitraria en la uniformidad es usada astutamente por los editores. Eligen algún caso especial peculiar y argumentan que, en ese caso especial, sería ventajoso tener ciertas prerrogativas de copyright. Y luego dicen que en aras de la uniformidad, tiene que haber estas prerrogativas para todo. Entonces, por supuesto, eligen el caso especial en donde puedan hacer la argumentación más fuerte, aun cuando sea un caso especial poco frecuente y no muy importante después de todo.

Pero quizás deberíamos tener esas prerrogativas para ese caso especial en concreto. No tenemos que pagar el mismo precio para todo lo que compramos. Mil dólares por un coche nuevo puede ser un muy buen trato. Cien dólares por una botella de leche es un trato horrible. No pagarías el precio especial por cualquier cosa que compres en otros ámbitos de la vida. ¿Por qué hacerlo aquí?

Así que necesitamos observar las diferentes clases de obras, quisiera proponer una manera de hacerlo.

La primera clase son las obras funcionales —es decir, las que se usan para hacer un trabajo.

Esto incluye recetas, programas informáticos, manuales y libros de texto, obras de consulta como diccionarios y enciclopedias. Para todas estas obras funcionales creo que los problemas son básicamente los mismos que para el software y se pueden aplicar las mismas conclusiones. La gente debería tener la libertad aún de publicar una versión modificada porque es muy útil modificar trabajos funcionales. Las necesidades de la gente no son las mismas para todos. Si yo escribiera tal obra para hacer el trabajo que pienso que es necesario, tu idea sobre el trabajo que es necesario puede ser algo diferente. Entonces querrás modificar esta obra para que haga aquello que es bueno para ti. En ese punto, puede haber otra gente que tenga las mismas necesidades que tú y tu versión modificada puede ser buena para ellos. Todos los que saben cocinar saben esto y lo han sabido durante cientos de años. Es normal hacer copias de recetas y dárselas a otra gente y también es normal cambiar una receta. Si cambias la receta y cocinas para tus amigos y a ellos les gusta lo que están comiendo, podrán decirte «¿me puedes pasar la receta?». Entonces a lo mejor les apuntas tu versión y les das una copia. Esto es exactamente lo mismo que, mucho después, nosotros hemos empezado a hacer en la comunidad del software libre. Este es un tipo de obra.

El segundo tipo son las obras cuyo propósito es decir lo que cierta gente piensa. Su propósito es la opinión de cierta gente. Esto incluye, por ejemplo, memorias, artículos de opinión, publicaciones científicas, ofertas de compra y venta, catálogos de artículos para vender. La idea de estos trabajos es decirte qué es lo que alguien piensa, o qué vio, o qué cree. Modificarlos sería tergiversar a los autores; así que modificar estos trabajos no es una actividad socialmente útil. De este modo, la copia textual es lo único que realmente necesita la gente que le esté permitido hacer.

La siguiente pregunta es: ¿debería la gente tener derecho a hacer copias textuales con fines comerciales? ¿O es suficiente con las no comerciales? Veréis, son dos actividades diferentes que podemos distinguir, así que podemos tener en cuenta las preguntas por separado: el derecho a hacer copias textuales no comerciales y el derecho a hacer copias textuales comerciales. Bien, podría ser una buena política de compromiso tener un copyright que proteja la copia textual comercial pero permitir a todos el derecho a la copia textual no comercial. De esta manera, el copyright sobre la copia textual comercial, así como sobre todas las versiones modificadas —sólo el autor podría aprobar una versión modificada— seguiría proporcionando el mismo flujo de ganancias que provee ahora para costear la escritura de estos trabajos, en cualquier grado que sea.

Permitir la copia textual no comercial significa que el copyright ya no tendrá que entrometerse en el hogar de cada uno. Se convierte de nuevo en una regulación industrial, fácil de hacer cumplir e inofensiva. Ya no requerirá castigos draconianos ni informantes en pos de su cumplimiento. De este modo, obtendremos la mayor parte del actual beneficio —y evitaremos la mayor parte del horror del actual sistema.

La tercera categoría son las obras estéticas o de entretenimiento, donde lo más importante es la sensación de apreciar la obra. Para estas obras, la cuestión de la modificación es muy complicada porque, por un lado, está la idea de que estos trabajos reflejan la visión de un artista y cambiarlos es distorsionar esa visión. Por otro lado, tenemos el hecho de que se da un proceso popular, donde una sucesión de personas modificando una obra puede, a veces, producir un resultado que es extremadamente rico. Aún cuando existan artistas produciendo obras, tomar prestado de obras anteriores es a menudo muy útil. Algunas de las piezas teatrales de Shakespeare usaron historias tomadas de otras. Si las leyes de copyright de hoy en día hubieran tenido efecto entonces, esas obras teatrales hubieran sido ilegales. Así que es una cuestión difícil la de qué deberíamos hacer acerca de publicar versiones modificadas de una obra estética o artística, y podríamos tener que buscar más subdivisiones de la categoría para resolver este problema. Por ejemplo, puede ser que el entorno de los juegos de ordenador deba ser tratado de una manera; quizás todo el mundo debería ser libre de publicar versiones modificadas. Pero quizás una novela debería ser tratada de manera diferente; quizás, para ello, la publicación comercial requiera un acuerdo con el autor original.

Ahora bien, si la publicación comercial de estos trabajos estéticos se protegiera con el copyright, eso ocasionaría que buena parte del flujo de ganancias, que existe hoy en día, se dedicara a apoyar a los autores y músicos, y esto en el limitado grado en que el actual sistema los apoya, ya que lo hace muy mal. De este modo, este sería un compromiso razonable, justamente como en el caso de las obras que representan el punto de vista de una determinada persona.

Si miramos hacia adelante, al tiempo en el que la era de las redes de ordenadores haya comenzado plenamente, una vez que hayamos superado esta etapa de transición, podemos imaginar otra manera por la que los autores consigan dinero por su trabajo. Imaginemos que tenemos un sistema de dinero digital que te permite obtener dinero por tu trabajo. Imaginemos que tenemos un sistema de dinero digital que te permite enviar dinero a alguien a través de Internet. Esto puede hacerse de varias maneras; usando cifrado, por ejemplo. E imaginemos que la copia textual de estos trabajos estéticos está permitida. Sin embargo están escritos de tal manera que cuando estás escuchando, o leyendo, o mirando uno de ellos, aparece una caja, a un lado en tu pantalla, que dice «haga click aquí para enviarle un dólar al autor», o al músico, o lo que sea. Y simplemente permanece ahí. No se interpone en tu camino. Está al lado. No interfiere contigo, pero está ahí, recordándote que es algo bueno apoyar a los escritores y a los músicos.

Así que si te gusta el trabajo que estás leyendo o escuchando, eventualmente dirás: «¿Por qué no he de darle a esta gente un dólar? Es sólo un dólar. ¿Qué es eso? Ni siquiera lo notaré». Y las personas empezarán a enviar un dólar. Lo bueno de esto es que hace de la copia el aliado de los autores y de los músicos. Cuando alguien le envía por correo electrónico a un amigo una copia, ese amigo podría enviar un dólar también. Si realmente te gusta, podrías enviar un dólar más de una vez y ese dólar es más de lo que obtienen hoy si compras un libro o compras un CD, ya que obtienen una minúscula fracción de la venta. Los mismos editores que están exigiendo pleno poder sobre el público en nombre de los autores y músicos, están aprovechándose todo el tiempo de esos mismos autores y esos mismos músicos.

Os recomiendo leer el artículo de Courtney Love en la revista Salon, un artículo sobre los piratas que planean usar el trabajo de los músicos sin pagarles. Estos piratas son las compañías discográficas que les pagan un promedio del 4% de las ventas. Por supuesto, los músicos de mayor éxito reciben una porción mayor. Obtienen más del 4% de sus grandes ventas, lo que significa que la gran mayoría de los músicos que tienen un contrato discográfico obtienen menos del 4% de sus pequeñas ventas.

Éste es el modo en que funciona: la compañía discográfica gasta dinero en publicidad y considera este gasto como un adelanto a los músicos, aunque los músicos nunca lleguen a verlo. De este modo, nominalmente, cuando compras un CD, cierta fracción de ese dinero va a los músicos, pero realmente no es así. En realidad, está destinado a pagar los gastos publicitarios y solamente si los músicos son de gran éxito podrán ver algo de ese dinero.

Los músicos, por supuesto, firman sus contratos discográficos porque tienen la esperanza de ser uno de esos pocos que se hacen ricos. Así que, esencialmente, es una lotería que se ofrece a los músicos para tentarlos. Aun cuando sean buenos músicos, pueden no ser buenos para razonar de forma lógica y cuidadosa y de esta forma poder ver esta trampa. De este modo, firman y probablemente todo lo que obtienen es publicidad. Bueno, ¿por qué no les damos publicidad de una manera diferente? No a través de un sistema basado en la restricción del público, un sistema de los complejos industriales que nos entristece con una música malísima que es fácil de vender. En cambio, ¿por qué no hacer del impulso natural del oyente a compartir la música que le gusta el aliado de los músicos? Si tenemos esta caja que aparece en el reproductor como un modo de enviar un dólar a los músicos, las redes informáticas podrían ser el mecanismo para dar a los músicos esta publicidad, la misma publicidad que es todo lo que ahora obtienen de los contratos discográficos.

Debemos reconocer que el sistema de copyright existente hace un pésimo trabajo de apoyo a los músicos. Tan malo como el que hace el comercio mundial al intentar elevar el nivel de vida en Filipinas y en China. Esas zonas industriales donde todo el mundo trabaja en sweatshops y todos los productos se hacen sweatshops. La globalización es una manera muy ineficiente de elevar el nivel de vida de los pueblos de ultramar. Pongamos por caso, a un norteamericano se le paga veinte dólares la hora para hacer algo y le das ese trabajo a un mexicano a quien se le paga quizás seis dólares por día. Lo que ocurre aquí es que tomas una gran cantidad de dinero de un trabajador norteamericano, le das una fracción minúscula, un pequeño porcentaje, a un trabajador mexicano, y el resto se lo devuelves a la compañía. De modo que si tu meta es elevar el nivel de vida de los trabajadores mexicanos, esta es una pésima manera de hacerlo.

Es interesante ver cómo el mismo fenómeno se da en la industria del copyright, la misma idea general. En nombre de estos trabajadores, quienes ciertamente merecen algo, proponen medidas que les dan una diminuta porción y en realidad aumentan el poder de las compañías para controlar nuestras vidas.

Si estás tratando de reemplazar un sistema muy bueno, tienes que hacer un esfuerzo muy grande para encontrar una alternativa mejor. Si sabes que el actual sistema es deplorable, no es tan difícil encontrar una alternativa mejor; el patrón de comparación es hoy muy bajo. Debemos recordarlo siempre esto cuando consideramos cuestiones relativas a la política del copyright.

Creo que dije la mayor parte de lo que quiero decir. Quisiera mencionar que mañana es el phone-in sick day6 en Canadá. Mañana se da inicio a una cumbre para terminar de negociar el Área de Libre Comercio de las Américas, con el fin de extender el poder de las corporaciones a un mayor número de países; se está planeando una gran protesta en Quebec. Hemos visto métodos extremos para aplastar esta protesta. Se está impidiendo a muchos estadounidenses la entrada a Canadá a través de la frontera que, se supone, debería permitirles entrar en cualquier momento. Bajo las excusas más endebles han construido un muro alrededor del centro de Quebec para usarlo como fortaleza a fin mantener a los manifestantes fuera. Hemos visto gran cantidad de trucos sucios usados contra la manifestación pública en contra de estos tratados. De este modo, cualquier brizna de democracia que nos quede después de que se le haya retirado a nuestros gobernantes democráticamente electos el poder de gobernar y después de que se le haya dado a las compañías y a los organismos internacionales no electos, lo que sea que quede después de eso, puede que no sobreviva a la supresión de la protesta pública contra esa tendencia.

He dedicado diecisiete años de mi vida a trabajar en el software libre y en asuntos relacionados con él. No lo he hecho porque piense que es la cuestión política más importante del mundo. Lo hice porque era el área en donde vi que tendría que usar mejor mis destrezas para hacer el mayor bien. Pero lo que ha ocurrido es que las cuestiones políticas en general han evolucionado y la cuestión política más importante del mundo, hoy, es resistir la tendencia a dar poder a las compañías en detrimento del público y de los gobiernos. Veo el software libre y los asuntos relacionados a la información como parte de esa cuestión de primer orden. Así que me he encontrado indirectamente trabajando en este problema. Espero contribuir en algo a ese esfuerzo.

19.4 Turno de preguntas


Thornburn. En un momento vamos a pasar a escuchar las preguntas y comentarios del público. Pero antes permítanme ofrecerles una breve y somera intervención. Me parece que la guía práctica más fuerte e importante que Stallman nos ofrece tiene dos elementos clave. Uno es el reconocimiento de que las viejas suposiciones sobre el copyright, los viejos usos del copyright, son inapropiados; están siendo desafiados o socavados por el advenimiento del ordenador y de las redes informáticas. Eso puede ser obvio, pero es esencial.

El segundo es el reconocimiento de que la era digital nos obliga a reconsiderar cómo distinguimos y sopesamos las formas del trabajo intelectual y creativo. Stallman, indudablemente, está en lo cierto al afirmar que ciertos tipos de iniciativas intelectuales justifican más protección mediante el copyright que otras. Tratar de identificar sistemáticamente estos diferentes tipos o niveles de protección por medio del copyright me parece una valiosa manera de ocuparse de los problemas relativos al trabajo intelectual representados por el advenimiento del ordenador.

Pero creo que estoy detectando otro tema subyacente en lo que Stallman ha estado diciendo y que no está en realidad directamente relacionado con los ordenadores, sino más ampliamente con cuestiones de autoridad democrática y con el poder creciente que los gobiernos y las empresas ejercen sobre nuestras vidas. Este lado populista y anticorporativo del discurso de Stallman es enriquecedor pero también reduccionista, potencialmente simplista. Y es también quizás demasiado idealista. Por ejemplo, cómo podría un novelista o un poeta o un autor de canciones o un músico o el autor de un libro de texto académico, sobrevivir en este mundo feliz en que la gente es alentada pero no obligada a pagar a los autores. En otras palabras, me parece que la brecha entre la práctica existente y las posibilidades visionarias sobre las que especula Stallman, es todavía inmensamente ancha.

Entonces voy a concluir preguntándole a Stallman si quisiera desarrollar un poco ciertos aspectos de su charla y, específicamente, si es que tiene más ideas sobre la manera en que aquellos que llamaremos «creadores tradicionales» pueden ser protegidos bajo su sistema de copyright.


Stallman. Primero de todo, tengo que señalar que no debemos usar el término «protección» para describir lo que hace el copyright. El copyright restringe a la gente. El término «protección» es un término propagandístico que usan las empresas propietarias de copyright. El término «protección» significa impedir que algo sea, de alguna manera, destruido. Bien, yo no creo que una canción se destruya porque se escuchen más copias de ella. Tampoco creo que una novela se destruya si más gente está leyendo copias de ella. Así que no usaré esa palabra. Pienso que conduce a la gente a identificarse con el bando equivocado.

También, es una muy mala idea pensar acerca de la «propiedad intelectual» por dos razones: primero, prejuzga la pregunta más fundamental en este ámbito, que es: ¿cómo deberían ser tratadas estas cosas, deberían tratarse como un tipo de propiedad? Usar el término «propiedad intelectual» para describir la cuestión es presuponer que la respuesta es «sí», que ésa es la manera de tratar las cosas y no de otra manera.

Segundo, promueve la sobregeneralización. La propiedad intelectual es un término genérico utilizado para varios sistemas legales con orígenes independientes como el copyright, las patentes, las marcas registradas, los secretos comerciales y también algunas otras cosas más. Se trata de cosas casi completamente diferentes; no tienen nada en común. Pero a la gente que oye el término «propiedad intelectual» se le lleva hacia una falsa imagen, creen que hay un principio general de propiedad intelectual que es aplicado en distintas áreas específicas. De este modo, asumen que esas diferentes áreas de la ley son similares. Esto lleva no sólo a un pensamiento confuso acerca de qué es correcto hacer; lleva a la gente a no poder entender qué es lo que de hecho dice la ley, ya que suponen que la ley de copyright, la ley de patentes y la ley de marcas registradas son similares, cuando, de hecho, son totalmente diferentes.

Así que si queréis promover el pensamiento cuidadoso y el entendimiento claro de qué es lo que la ley dice, evitad el uso del término «propiedad intelectual». Hablad de copyright. O hablad de patentes. O hablad de marcas registradas o cualquiera que sea el asunto del que queráis hablar. Pero no habléis de propiedad intelectual. Una opinión sobre propiedad intelectual casi tiene que ser necesariamente absurda. Yo no tengo una opinión acerca de la propiedad intelectual. Tengo opiniones acerca del copyright, las patentes y las marcas registradas, y son diferentes. Llegué a ellas a través de procesos de pensamiento diferentes porque esos sistemas legales son totalmente diferentes.

De todos modos, he hecho una digresión, pero es terriblemente importante.

Ahora permitidme ir al grano. Por supuesto, no podemos ver ahora cómo podría funcionar correctamente, o si es que podría funcionar, pedirle a la gente que pague dinero de forma voluntaria a los autores y músicos que les gustan. Una cosa obvia es que todo lo bien que puede llegar a funcionar un sistema así es proporcional al número de personas que participan de la red, y ese número, lo sabemos, se incrementará exponencialmente dentro de unos años. Si lo intentásemos hoy, podría fallar y ello no probaría nada porque con diez veces más gente participando podría funcionar.

La otra cosa es que aun no tenemos este sistema de desembolso de dinero digital. Así que en realidad no podemos intentarlo hoy. Podría intentarse algo un poco parecido. Puedes contratar servicios en los que puedes pagarle dinero a alguien —cosas como Pay Pal. Pero, antes de poder pagarle a nadie mediante Pay Pal, tendrás que soportar un complejo papeleo y darles información personal sobre ti. Y ellos hacen registros de a quiénes les pagas. ¿Puedes confiar en que no harán un mal uso de esta información?

El dólar puede no desalentarte, pero las dificultades que acarrea el sistema de pago sí que pueden. La idea es que debería ser tan fácil como quitarle un caramelo a un niño pagar cuando urja la necesidad, de modo que no haya nada que te desaliente excepto la cantidad de dinero. Y si es lo bastante pequeño, no tiene porque desalentarte. Sabemos, en cambio, que los fans pueden realmente amar a los músicos y sabemos que alentar a los fans a copiar y redistribuir música ha sido hecho por algunas bandas que fueron, y son, bastante exitosas, como los Grateful Dead. Ellos no tuvieron problemas para ganarse la vida con su música por haber alentado a sus fans a grabar y copiar cintas. Ni siquiera bajaron las ventas de sus discos.

Nos estamos desplazando gradualmente de la era de la imprenta a la era de las redes informáticas, pero esto no ocurre de un día para otro. La gente todavía compra montones de discos y eso continuará pasando probablemente durante muchos años —quizás para siempre. En tanto eso continúe, simplemente con tener un copyright que se aplique a las ventas comerciales de discos se podría hacer un trabajo tan bueno de apoyo a los músicos como el que se hace hoy en día. Por supuesto, no es muy bueno, pero, al menos, la cosa no irá a peor.


Pregunta. [Un comentario y una pregunta acerca de la libre descarga y acerca del intento de Stephen King7 de comercializar una de sus novelas a través de la web.]


Stallman. Sí, es interesante saber qué hizo y qué ocurrió. Cuando al principio oí hablar sobre aquello, estaba encantado. Pensé: tal vez está dando un paso hacia un mundo que no esté basado en tratar de mantener al público apresado por una cadena de hierro. Entonces vi que de hecho había escrito para pedirle a la gente que pague. Explicando lo que hizo, estaba publicando una novela como una serie, por entregas, y dijo: «Si obtengo suficiente dinero, entregaré más». Pero la petición que escribió era a duras penas una petición. Era una afrenta al lector. Decía: «Si no pagáis, es que sois malvados. Y si hay demasiados de vosotros que sois malvados, entonces yo simplemente dejaré de escribir esto».

Bien, claramente, ésa no es la manera de hacer que el público sienta ganas de enviarte dinero. Tienes que hacer que te amen, no que te teman.


Pregunta. [El mismo miembro del público] Los detalles fueron que él pidió que cierto porcentaje —no sé el porcentaje exacto, alrededor de 90% me parece— de gente le enviara cierta cantidad de dinero, la cual era, creo, uno o dos dólares, o algo de esa magnitud. Tenías que escribir tu nombre y tu dirección de correo electrónico y alguna otra información para descargar la novela y si después del primer capítulo ese porcentaje no se alcanzaba, dijo que no publicaría otro. Fue muy hostil con el público que la descargaba.


Pregunta. ¿No está abierto al abuso de la gente, mediante el plagio, este sistema en donde no hay copyright pero en el que se le pide a la gente que haga donaciones voluntarias?


Stallman. No. Eso no es lo que he propuesto. Recuerda, estoy proponiendo que debería haber copyright cubriendo la distribución comercial y permitiendo sólo una redistribución de forma no comercial. Así que cualquiera que modifique la obra agregándole un contador a su sitio web, en lugar del contador del sitio web del verdadero autor, estaría infringiendo el copyright y podría ser demandado exactamente como podría ser demandado hoy.


Pregunta. Ya veo. ¿Entonces todavía imaginas un mundo en el que hay copyright?


Stallman. Sí. Como he dicho, para esa clase de obras. No estoy diciendo que todo debería estar permitido. Estoy proponiendo reducir los poderes del copyright, no abolirlos.


Thornburn. Una pregunta que se me ocurrió mientras hablabas, Richard, y otra vez mientras respondías a esta pregunta: ¿por qué no consideras las maneras en que el ordenador, por sí mismo, elimine completamente a los intermediarios —del modo en que Stephen King se negó a hacer— y pueda establecer una relación personal?


Stallman. Bien, pueden y, de hecho, esta donación voluntaria es una manera...


Thornburn. ¿Piensas que ello no involucrará al editor en ningún caso?


Stallman. En absoluto. Espero que no lo haga, verás, porque los editores explotan a los autores terriblemente. Cuando les preguntas a los representantes de los editores acerca de esto, dicen: «Bien, sí, si un autor o una banda no desea pasar por nosotros, no debería estar legalmente obligado a pasar por nosotros». Pero, de hecho, ellos hacen todo lo que pueden para impedir que eso resulte factible. Por ejemplo, están proponiendo formatos de copia restringida, de modo que para publicar en esos formatos, tendrías que pasar por los grandes editores, ya que no les dirán a nadie más cómo hacerlo. De este modo, su esperanza es un mundo en donde los reproductores reproduzcan esos formatos, y para obtener cualquier cosa que puedas reproducir en esos reproductores habrá que pasar por los editores. Así que, de hecho, aunque no haya una ley que prohíba al autor o al músico publicar de forma directa, esto no será factible. Está también el señuelo de que tal vez te hagas rico. Dicen: «Te publicitaremos y quizás te vuelvas tan rico como los Beatles» —haceros a la idea de cualquier grupo de éxito— y, por supuesto, sólo una minúscula fracción de los músicos tendrá esa suerte. Pero pueden ser llevados así a firmar contratos que los encerrarán para siempre.

Los editores tienden a ser malévolos a la hora de respetar sus contratos con los autores. Por ejemplo, los contratos de libro habitualmente dicen que si un libro se agota, los derechos vuelven al autor, y los editores generalmente no han sido muy buenos ejemplificando esa cláusula. A menudo se les ha tenido que obligar a respetarla. Bien, lo que están empezando a hacer ahora es usar la publicación electrónica como una excusa para decir que nunca se agotará; así que nunca tendrán que devolver los derechos. Su idea es que cuando el autor está necesitado haz que firme, y, desde entonces, no tendrá poder; sólo el editor tiene el poder.


Pregunta. ¿Sería bueno tener licencias libres para distintos tipos de obras que protejan el derecho del usuario a copiar del modo en que sea apropiado para cada tipo de trabajo?


Stallman. Bien, hay gente trabajando en esto. Pero para trabajos no funcionales, una cosa no sustituye la otra. Observemos un tipo de trabajo funcional, digamos un procesador de texto. Bien, si alguien hace un procesador de texto libre, puedes usarlo; no necesitas los procesadores de texto no libres. Pero yo no diría que una canción libre puede sustituir a todas las canciones no libres o que una novela libre sustituya a todas las novelas no libres. Para esa clase de obras, es diferente. Entonces, lo que pienso que simplemente debemos hacer es reconocer que estas leyes no merecen ser respetadas. No es incorrecto compartir con tu vecino, y si alguien intenta decirte que no puedes compartir con tu vecino, no deberías escucharlo.


Pregunta. Con respecto a los trabajos funcionales, según tu manera de pensar ¿cómo se equilibra la necesidad de abolir el copyright con la necesidad de incentivos económicos para hacer que se desarrollen estos trabajos funcionales?


Stallman. Bien, lo que vemos es, antes que nada, que este incentivo económico es mucho menos necesario que lo que la gente ha estado suponiendo. Fijaros en el movimiento de software libre, donde tenemos más de cien mil voluntarios a tiempo parcial desarrollando software libre. También vemos que hay otras maneras de obtener dinero que no están basadas en impedir que el público copie y modifique estos trabajos. Ésa es la lección interesante del movimiento del software libre. Aparte del hecho de que te ofrece una manera en que puedes usar un ordenador y conservar tu libertad de compartir y cooperar con otra gente, también nos muestra que esta suposición negativa de que la gente nunca haría estas cosas a menos que se les den poderes especiales para forzar a la gente a pagarles, es sencillamente incorrecta. Mucha gente hará estas cosas. De este modo, si echas un vistazo a, digamos, la escritura de monografías que sirven como libros de texto en muchos campos de la ciencia, excepto los muy básicos, los autores no hacen dinero. Ahora tenemos un proyecto para hacer una enciclopedia libre, que en realidad es un proyecto comercial, y está progresando. Teníamos un proyecto para una enciclopedia GNU, pero lo fundimos con otro proyecto comercial cuando ellos adoptaron nuestra licencia. En enero, se pasaron a la licencia de documentación libre GNU para todos los artículos de su enciclopedia. Entonces dijimos: «Bien, unamos fuerzas con ellos y alentemos a la gente a contribuir». Se llama «Nupedia» y podéis encontrar un enlace a ella en http://www.gnu.org/encyclopedia. Así que hemos ampliado el desarrollo comunitario de una base libre de conocimientos útiles desde el software a una enciclopedia. Ahora estoy bastante seguro de que en todas estas áreas de obras funcionales, no necesitamos ese incentivo económico hasta el punto de que debamos arruinar el uso libre de esas obras.


Thornburn. Bien, qué hay de las otras dos categorías —pensamientos personales y entretenimiento.


Stallman. Para los otros dos tipos de trabajo, no sé. No sé si la gente va a escribir algún día novelas sin preocuparse por ganar dinero con ello. En una sociedad post-escasez, pienso que sí. Puede que lo que necesitemos hacer, para alcanzar la sociedad post-escasez, es deshacernos del control empresarial sobre la economía y las leyes. Así que, en efecto, es como el problema del huevo y la gallina, como podéis ver. ¿Qué hacemos primero? ¿Cómo obtenemos un mundo en donde la gente no tenga que conseguir dinero desesperadamente, si no es eliminando el control empresarial? ¿Y cómo podemos eliminar el control empresarial a no ser que...? De todos modos, no lo sé, pero por eso estoy tratando de proponer primero un sistema de copyright de compromiso, y, segundo, el pago voluntario apoyado por un sistema de copyright de compromiso como una manera de proveer un flujo de ganancias a la gente que escribe estos trabajos.


Pregunta. ¿Cómo esperas implementar este sistema de copyright de compromiso bajo la presión de los intereses corporativos sobre los políticos estadounidenses, dado su sistema de financiación de campañas?


Stallman. Me supera. Ojalá lo supiera. Es un problema terriblemente difícil. Si supiera cómo resolver ese problema, lo resolvería y nada en el mundo podría hacerme sentir más orgulloso.


Pregunta. ¿Cómo luchas contra el control empresarial? Porque cuando observas las sumas de dinero destinadas al lobby empresarial en los tribunales, es tremendo. Pienso que el caso DeCSS (Decryption of Contents Scrambling System), del que estás hablando, le está costando algo así como un millón y medio de dólares a la defensa. Dios sabe cuánto le está costando a la parte empresarial. ¿Tienes alguna idea de cómo hacerse cargo de estas enormes sumas de dinero?


Stallman. Tengo una sugerencia. Si aconsejáramos boicotear totalmente las películas, pienso que la gente ignoraría ese consejo. Podrían considerarlo demasiado radical. Así que quisiera hacer una sugerencia levemente diferente, que lleva a lo mismo, y es: no vayas al cine a menos que tengas una razón sustancial para creer que la película es buena. Ahora bien, esto conduciría en la práctica a casi el mismo resultado que el boicot total de las películas de Hollywood. En extensión es casi lo mismo, pero en intensidad es muy diferente. Hemos notado que mucha gente va al cine por razones que nada tienen que ver con lo buena, o no, que ellos piensen que es la película. Así que si cambias eso, si sólo vas a ver una película cuando tienes alguna razón sustancial para creer que es buena, les estarás quitando un montón de dinero.


Thornburn. Una manera de entender todo este discurso hoy, pienso, es reconocer que siempre que las tecnologías radicales, potencialmente transformadoras, aparecen en la sociedad, hay una lucha sobre su control. Hoy estamos repitiendo lo que ocurrió en el pasado. De este modo, desde este ángulo, puede no haber una razón para la desesperanza, o incluso para el pesimismo, acerca de qué pueda ocurrir a largo plazo. Pero a corto plazo, las luchas por el control de textos e imágenes, y por el control de todo tipo de información, serán probablemente dolorosas y extensas. Por ejemplo, como profesor de comunicación, mi acceso a imágenes ha sido restringido, en años recientes, de un modo como nunca antes había ocurrido. Si escribo un ensayo en el que quiero usar imágenes fijas, incluso de películas, es mucho más difícil obtener permisos de uso, y los precios son mucho más elevados, aun cuando dé argumentos sobre la investigación intelectual y la categoría legal de fair use8. De esta forma, pienso, en este momento de transformación, que las perspectivas a un plazo mayor pueden, de hecho, no ser tan perturbadoras como lo que está ocurriendo a corto plazo. Sin embargo, en cualquier caso, necesitamos comprender toda nuestra experiencia contemporánea como una versión renovada de la lucha por el control de los recursos tecnológicos, que es un principio recurrente de la sociedad occidental.

También es esencial entender que la historia de las viejas tecnologías es, en sí misma, una materia complicada. El impacto de la imprenta en España, por ejemplo, fue radicalmente diferente de su impacto en Inglaterra o en Francia.


Pregunta. Una de las cosas que me molesta cuando oigo discusiones sobre el copyright es que a menudo comienzan con: «Queremos un cambio de ciento ochenta grados. Queremos eliminar todo tipo de control». Me parece que parte de lo que subyace bajo las tres categorías que fueron sugeridas es un reconocimiento de que hay algún tipo de sabiduría en el copyright. Algunos de los críticos de la dirección que está tomando el copyright hoy, creen, de hecho, que debería ser respaldado y funcionar mucho más como las patentes y las marcas registradas en cuanto a su duración. Me pregunto si nuestro conferenciante querrá comentar esta estrategia.


Stallman. Estoy de acuerdo en que acortar el plazo de validez del copyright es una buena idea. No hay absolutamente ninguna necesidad, en términos de alentar la publicación, de que los copyrights puedan durar hasta ciento cincuenta años, lo que, en algunos casos, es posible bajo la presente ley. Ahora bien, las compañías estuvieron diciendo que un copyright de setenta y cinco años sobre un trabajo hecho por encargo no era lo bastante largo para hacer posible la producción de esos trabajos. Me gustaría desafiar a esas compañías a que presenten hojas de cálculo con balances proyectados para los próximos setenta y cinco años respaldando esa afirmación. Lo que ellos en realidad querían era, sencillamente, poder extender el copyright sobre los trabajos viejos, de modo que puedan seguir restringiendo su uso. Pero cómo se puede alentar una mayor producción en la década de 1920 extendiendo el copyright hoy, no lo sé, a menos que tengan una máquina del tiempo en algún lugar. Por supuesto, en una de sus películas, tenían una máquina del tiempo. Así que eso debe ser lo que afectó su forma de pensar.


Pregunta. ¿Has pensado en extender el concepto de uso razonable? Y, ¿hay alguna variación o distinción al respecto que quieras presentarnos?


Stallman. Bien, la idea de dar a todo el mundo permiso para hacer copias textuales no comerciales de dos tipos de obras, ciertamente puede ser pensada como una extensión de lo que es el uso razonable. Es mayor de lo que actualmente se reconoce como uso razonable. Si tu idea es que el público cede ciertas libertades para obtener más progreso, entonces puedes trazar la línea en varios lugares diferentes. ¿Qué libertades cede el público y cuáles conserva?


Pregunta. Por seguir la conversación sólo un momento: en ciertos ámbitos del entretenimiento, existe el concepto de exhibición pública. Así, por ejemplo, el copyright no nos impide cantar villancicos en Navidad pero impide su ejecución pública. Y yo me pregunto si no sería útil, en lugar de expandir el uso razonable a la copia textual ilimitada, no comercial, pensar en algo menos que eso, pero más que el presente concepto de uso razonable.


Stallman. Yo pensaba que eso sería suficiente, y entonces Napster me convenció de lo contrario, porque Napster es utilizado por sus usuarios para redistribución textual, no comercial. El servidor Napster, en sí mismo, es una actividad comercial, pero la gente que de hecho está poniendo el material lo hace de manera no comercial, ellos podrían haberlo hecho en sus propios sitios web igual de fácilmente. La tremenda excitación y interés sobre el uso de Napster, muestra que eso es muy útil. Así que ahora estoy convencido de que la gente debería tener derecho a publicar copias textuales, no redistribuidas comercialmente, de cualquier cosa.


Pregunta. Una analogía que me fue sugerida recientemente para toda la cuestión de Napster es la analogía de la biblioteca pública. Supongo que algunos de ustedes, que han oído hablar sobre los argumentos a favor de Napster, han oído ya esta analogía. Me pregunto si podrías comentarla. Los defensores que dicen que Napster debería continuar y que no debería haber restricciones sobre él, a veces dicen algo como esto: «Cuando las personas van a la biblioteca pública y piden prestado un libro, no están pagando por él, y pueden pedirlo prestado docenas de veces, cientos de veces, sin cargo adicional. ¿Por qué Napster es diferente?».


Stallman. Bueno, no es exactamente lo mismo. Pero debería señalarse que los editores quieren transformar a las librerías públicas en tiendas en las que se paga por el uso. Así que están en contra de las librerías públicas.


Pregunta. ¿Pueden estas ideas sobre el copyright sugerir algunas ideas para ciertas cuestiones sobre la ley de patentes, tales como hacer medicamentos genéricos baratos para usar en África?


Stallman. No, no hay absolutamente ninguna similitud. Las cuestiones de patentes son totalmente distintas de las cuestiones relativas al copyright. La idea de que tienen algo que ver es una de las consecuencias desafortunadas de usar el término «propiedad intelectual» y alentar a la gente a asociar estas cuestiones, porque, como habéis oído, estuve hablando de cuestiones en las que el precio de una copia no es lo crucial. Pero, ¿cuál es el asunto central cuando se trata de medicamentos contra el SIDA para África? Es el precio, nada más que el precio.

Ahora bien, el tema del que estuve hablando surge porque la tecnología de información digital da a cada usuario la facultad de crear copias. Bien, no hay nada que nos dé la facultad de crear copias de medicamentos. No tengo la posibilidad de copiar un medicamento que haya conseguido. De hecho, nadie puede; no es así como se hacen los medicamentos. Estos medicamentos sólo pueden hacerse en costosas fábricas y se hacen en costosas fábricas centralizadas, ya sean genéricos o importados de los EE.UU. De cualquier manera, se harán en un pequeño número de fábricas y las cuestiones son, simplemente, cuánto cuestan y si están disponibles a un precio que la gente en África pueda pagar.

Así que se trata de una cuestión tremendamente importante, pero es una cuestión totalmente diferente. Sólo existe un área en la que aparece una cuestión con las patentes que es de hecho similar a estas cuestiones de libertad de copia, y es en la agricultura. Dado que hay ciertas cosas patentadas que pueden ser copiadas, más o menos: las cosas vivientes. Se copian a ellas mismas al reproducirse. No es necesariamente una copia exacta; se remezclan los genes. Pero el hecho es que los granjeros durante milenios han estado haciendo uso de esta capacidad de las cosas vivientes de hacer copias de sí mismas. La agricultura es, básicamente, copiar las cosas que criaste y seguir copiándolas cada año. Cuando son patentadas variedades de plantas y animales, cuando los genes son patentados y usados en ellas, el resultado es que a los granjeros se les prohíbe hacer lo que venían haciendo.

Un granjero en Canadá tenía una variedad patentada creciendo en su campo y dijo: «Yo no lo hice deliberadamente. El polen voló, y esos genes se introdujeron entre mis plantas». Y se le dijo que eso no importaba; tuvo que destruirlas de todos modos. Éste es un ejemplo extremo de cómo puede el gobierno alinearse con un monopolista.

De este modo, creo que, siguiendo los mismos principios que aplico a la copia de cosas en un ordenador, los granjeros deberían tener un incuestionable derecho a guardar sus semillas y criar su ganado. Quizás puedas tener patentes cubriendo compañías vendedoras de semillas, pero no deberían cubrir a los granjeros.


Pregunta. Para tener un modelo exitoso hay que hacer mas cosas que tener sólo la licencia. ¿Puedes responder a eso?


Stallman. Totalmente. Bien, ya sabéis, no conozco las respuestas. Pero parte de lo que creo crucial para desarrollar información libre, funcional, es el idealismo. La gente tiene que reconocer que es importante para esta información ser libre, que cuando la información es libre, se puede hacer pleno uso de ella. Cuando está restringida, no puedes. Tienes que reconocer que la información no libre es un intento de dividir a la gente y mantenerla desamparada y con la cabeza agachada. En este punto, pueden llegar a la idea de: «Trabajemos juntos para producir la información que queremos usar, de modo que no esté bajo el control de alguna persona poderosa que pueda dictarnos qué es lo que podemos hacer».

Esto nos impulsa con fuerza. No sé cómo va a funcionar en la distintas áreas, pero pienso que en el ámbito de la educación, buscando libros de texto, creo ver una manera en que puede hacerse. Hay un montón de docentes en el mundo, docentes que no están en universidades prestigiosas —quizás están en la escuela secundaria, quizás en la preparatoria— donde no escriben ni publican gran cosa y no existe una tremenda demanda sobre ellos. Pero muchos de ellos son inteligentes. Muchos de ellos conocen sus materias bien y podrían escribir libros de texto sobre montones de temas y compartirlos con la gente, recibir un enorme aprecio por la gente que aprende de ellos.


Pregunta. Eso es lo que decía. Pero lo curioso es que conozco la historia de la educación. Eso es lo que hago: proyectos educativos con medios electrónicos. No podría encontrar un ejemplo. ¿Conoces alguno?


Stallman. No, no conozco. Empecé proponiendo esta enciclopedia libre y base de aprendizaje hace un par de años y pensé que podría llevar probablemente una década lograr que las cosas comenzaran a rodar. Ahora ya tenemos una enciclopedia en marcha. Así que las cosas van más rápido de lo que esperaba. Pienso que lo que se necesita es que unas pocas personas empiecen a escribir libros de texto libres. Escribir uno sobre cualquiera que sea tu tema favorito o una fracción de uno. Escribe unos pocos capítulos de uno y desafía a otras personas a escribir el resto.


Pregunta. De hecho, lo que yo buscaba era algo todavía mejor que eso. Lo importante es que alguien cree una infraestructura en la que todos los demás puedan contribuir. No hay ninguna infraestructura pensada para primaria y secundaria, en ningún lugar, para poder contribuir con material.

Puedo obtener información de muchos lugares pero no está disponible bajo licencias libres, así que no puedo usarla para hacer un libro de texto libre.


Stallman. En realidad, el copyright no cubre los hechos. Sólo cubre el modo en que están escritos. Así que puedes aprender un montón de cualquier lugar y después escribir un libro de texto, y puedes hacer ese libro de texto libre, si quieres.


Pregunta. Pero yo no puedo escribir por mí mismo todos los libros de texto que un estudiante necesita para cursar en la escuela.


Stallman. Bien, es verdad. Y yo no necesité escribir todo un sistema operativo libre tampoco. Escribí algunas partes e invité a otras personas a unírseme escribiendo otras partes. Así que establecí un ejemplo a seguir. Y dije: «Yo voy en esta dirección. Únete a mí y llegaremos allí». Y se unió la suficiente cantidad de gente, y allí llegamos. De este modo, si piensas en términos de cómo voy a hacer todo este trabajo gigantesco, puede ser desalentador. Así que la idea es: no lo mires de esa manera. Piensa en términos de dar un paso y comprender que, luego de que diste un paso, otra gente dará más pasos y, juntos, el trabajo será realizado, eventualmente.

Asumiendo que la humanidad no se elimine a sí misma, el trabajo que hacemos hoy al producir una infraestructura educativa libre, las fuentes del libre aprendizaje para el mundo, será útil por tanto tiempo como la humanidad exista. ¿Y qué si lleva veinte años lograr que se haga? No pienses en términos del tamaño del trabajo completo. Piensa en términos de la parte que vas a hacer. Eso le mostrará a la gente que puede hacerse, y entonces otros harán otras partes.


1
Lo que sigue es una transcripción corregida de la conferencia dictada en el MIT, en el Communications Forum, el jueves 19 de abril de 2001.
2
Lo que sigue es una transcripción corregida de la conferencia dictada en el MIT, en el Communications Forum, el jueves 19 de abril de 2001.
3
Los estatutos originales hablaban sólo de editar e imprimir. La copia manual estaba totalmente desregulada, muy probablemente porque la regulación estaba dirigida a la industria.
4
Ahora hay muchos paquetes de ese estilo. El primero se llamaba «DeCSS».
5
La denominación oficial es «Ley de Sonny Bono para la extensión de la duración del copyright».
6
Evento del movimiento global que podría traducirse como «día que toca ponerse enfermo», en alusión a la excusa usada para no tener que ir al trabajo y poder asistir en su lugar a la manifestación. El evento al que se refiere Stallman tuvo lugar el 20 de abril de 2001. [N. del E.]
7
El escritor de novelas de terror Stephen King intentó vender uno de sus libros a través de la red en una serie de descargas (podías comprar un capítulo cada vez), pero cerró el sistema antes de acabar de escribir el libro.
8
El fair use, que se suele traducir como «uso razonable» o «uso justo» sin que la traducción ayude a saber qué clase de uso es ese, es en realidad una figura jurídica del derecho anglosajón que equivale a aquellos usos de material sujetos a derechos de autor que no son controlados por la ley de copyright y que por tanto son excepciones a la misma. La Ley de Propiedad Intelectual española no contiene tal figura, y lo llama simplemente «excepciones», por ejemplo el préstamo en bibliotecas o la copia privada son ejemplos de fair use o «excepciones» tanto en EE.UU. como en España. [N. del E.]

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