Versión para imprimir (PDF, 54KB)

Los principios del tecnorrealismo

VV.AA.1

En estos tiempos tan embriagadores de rápidos cambios tecnológicos, todos luchamos por mantener nuestro rumbo. Los nuevos descubrimientos que aparecen cada día en el campo de las comunicaciones y los ordenadores son excitantes e incluso pueden llegar a desorientar. Una reacción lógica a esto sería preguntarse: ¿son estos cambios buenos o malos? ¿deberíamos abrirnos a ellos o temerlos?

La respuesta es: ambas cosas. La tecnología está haciendo nuestra vida más llevadera y para muchos incluso más saludable, rica y llena de conocimientos. Pero también afecta al trabajo, la familia y la economía de foma poco predecible, creando nuevas formas de tensión y distracción y suponiendo una amenaza para la cohesión de nuestra comunidad física.

A pesar de las complicadas y contradictorias implicaciones de la tecnología, la opinión pública es tristemente simplista en relación a este tema. Expertos, políticos y visionarios no nos hacen precisamente un favor cuando tratan de reducir estos asuntos tan complejos a historias apasionantes, condenas hacia lo tecnológico o discursos exaltados en su defensa. Formas de pensar tan polarizadas sólo conducen a falsas esperanzas y estados de ansiedad innecesarios y nos apartan de poder entender nuestra propia cultura.

Durante los últimos años, aunque el debate sobre la tecnología ha estado dominado por estas voces tan extremistas, un nueva forma más equilibrada de entender el problema ha tomado forma. Este documento intenta articular algunas de las creencias en las que se basa este consenso que ha venido en llamarse tecnorrealismo.

El tecnorrealismo pide que se piense críticamente sobre el papel que juegan las herramientas y sus formas en la evolución humana. Inherente a este punto de vista es comprender que el nivel actual de transformación tecnológica en el que vivimos, a la vez que importante, es una continuación de los cambios que han tenido lugar a través de la historia. Examinando, por ejemplo, la historia del automóvil, la televisión o el teléfono, no como aparatos en sí, sino como los elementos de importancia que han llegado a ser en nuestras vidas, podremos extraer tanto beneficios como perjuicios. De manera similar, anticipamos conclusiones semejantes para las actuales tecnologías emergentes y que deben orientarse según un pensamiento claro y uso apropiado. Asímismo, esperamos estar en guardia para afrontar sus consecuencias no esperadas.

Como tecnorrealistas, buscamos expandir el fértil campo que existe entre la tecno-utopía y el neo-ludismo. Somos críticos de la tecnología de la misma forma y por las mismas razones por las que otros son criticos de la comida, críticos del arte o la literatura. Podemos ser pasionalmente optimistas acerca de algunas tecnologías y escépticos y descreídos sobre otras. Así, nuestro objetivo no es ni ensalzar ni despreciar la tecnología, sino entenderla y aplicarla de una forma más coherente a los valores humanos.

Aquí se describen algunos de los principios básicos que ayudan a explicar el tecnorealismo.

Principios del tecnorrealismo

  1. Las tecnologías no son neutrales

    Un gran malentendido de nuestro tiempo es la idea de que las tecnologías están completamente libres de intencionalidad y consecuencias. Eso puede ser porque al ser artefactos inanimados se cree que no pueden crear cierto tipo de conductas. De hecho, las tecnologías están cargadas de intenciones sociales y políticas, a veces creadas a posta y otras veces inconscientemente. Cada herramienta proporciona a su usuario una manera específica de ver el mundo y de interactuar con otras personas. Es importante para todos el considerar los prejuicios, tendencias e intenciones depositadas en las distintas tecnologías y encontrar aquellas que reflejen nuestros valores y aspiraciones.

  2. Internet es una revolución, pero no una utopía

    La Red es una extraordinaria herramienta de comunicaciones que porporciona una gran cantidad de nuevas oportunidades para las personas, comunidades, empresas y el gobierno. Conforme el ciberespacio crece en número de usuarios, más se asemeja a la sociedad real con toda su complejidad. Por cada aspecto positivo de la red existen también dimensiones maliciosas, perversas o más bien ordinarias.

  3. Los gobiernos juegan un papel importante en el mundo electrónico

    Contrariamente a lo que muchos claman, el ciberespacio no es un lugar con leyes separadas de la vida real. Mientras que los gobiernos deben respetar las reglas que se han creado en la red y no asfixiar este mundo con regulaciones ineficaces o censura, es de tontos decir que lo "público" no tiene autoridad sobre lo que un ciudadano o una empresa fraudulenta puedan hacer en Internet. Como representantes del pueblo y guardianes de los valores democráticos, los Estados tiene el derecho y la responsabilidad de ayudar a integrar el ciberespacio en la sociedad.

    Los estándares tecnológicos y los asuntos privados, por ejemplo, son demasiado importantes como para ser delegados al mercado. Las empresas fabricantes de programas de ordenador tienen muy poco interés en que perduren los estándares y tecnologías abiertas, que son esenciales para el funcionamiento de una red interactiva. Los mercados promueven la innovación, pero esta actividad no repercute obligatoriamente en el interés público.

  4. La información no es conocimiento

    Alrededor nuestro la información se mueve muy rápido, cada vez es más barata de adquirir y los beneficios son evidentes. Se dice que la proliferación de tanta información es un reto que requiere de nuevas formas de disciplina y escepticismo por nuestra parte. No debemos confundir la emoción de adquirir información o distribuirla con la tarea, más pesada y ardua, de convertir esa información en conocimiento y sabiduría. A pesar de lo que ha avanzado la informática, no debemos utilizarla como un substituto de nuestros niveles de conocimiento, percepción, razonamiento y juicio.

  5. Preparar los colegios para la tecnología no es su salvación

    Los problemas de los colegios públicos americanos (presupuestos disparatados, fama social, masificación de las aulas, infraestructura decadente, falta de normas básicas) no tienen nada que ver con la tecnología. Consecuentemente, ningún tipo de tecnología llevará a estos a la revolución educativa profetizada por Bill Clinton y otros. El arte de enseñar no se puede sustituir por ordenadores, Internet o la educación a distancia. Estas herramientas pueden, por supuesto, alimentar una experiencia educacional de alta calidad, pero confiar en ellas como la panacea podría ser un fallo bastante costoso.

  6. La información quiere ser protegida

    Es cierto que Internet y otros inventos recientes están cuestionando nuestras leyes de copyright y las defensas para proteger la propiedad intelectual. La respuesta no pasa por desechar los actuales estatutos y normas. En vez de eso, debemos actualizar viejas leyes e interpretaciones para que la información reciba la misma protección que en los medios de comunicación tradicionales. El objetivo es el mismo: dar a los autores el suficiente control sobre su trabajo para que tengan un incentivo para crear y que se mantenga el derecho del público de hacer un uso justo de esa información. De ninguna forma la información "quiere ser libre", ha de ser protegida.

  7. Las ondas transmisoras de información son de dominio público. El público se debería beneficiar de su uso

    El espacio aéreo digital para poder emitir al que tienen acceso las empresas de comunicación pone de manifiesto el mal uso de los recursos públicos en el campo de la tecnología. La ciudadanía se debería beneficiar del uso de frecuencias de emisión públicas y debería poseer una parte del espectro de frecuencias para fines educativos, culturales y de acceso público. Deberíamos demandar más uso privado de la propiedad pública.

  8. Comprender la tecnología debería ser una parte importante para la formación del ciudadano global

    En un mundo regido por el flujo de información, las formas que esta adopta y sus códigos que la hacen visible se están convirtiendo en fuerzas sociales muy poderosas. Comprender estas fuerzas y sus limitaciones y participar en la creación de nuevas herramientas, debería ser una parte importante de un ciudadano involucrado. Estas herramientas afectan nuestras vidas tanto como las leyes y deberíamos someterlas a un escrutinio democrático.

12 de marzo de 1998


DAVID S. BENNAHUM
BROOKE SHELBY BIGGS
PAULINA BORSOOK
MARISA BOWE
SIMSON GARFINKEL
STEVEN JOHNSON
DOUGLAS RUSHKOFF
ANDREW L. SHAPIRO
DAVID SHENK
STEVE SILBERMAN
MARK STAHLMAN
STEFANIE SYMAN



Notas al pie

...VV.AA.1
La versión original se publicó en lengua inglesa en http://www.technorealism.org el 12 de marzo de 1998, fruto de la colaboración de 12 escritores especialistas en tecnología, a partir de un borrador elaborado por Shapiro, Shenk y Johnson. Desde entonces lo han firmado con su nombre y apellido más de 2500 personas.


volver al índice de la Biblioweb