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La teoría de juegos

¿Cómo es esto posible? ¿Por qué ganan las estrategias altruistas a las egoístas en el software libre? ¿Por qué la gente no trata simplemente de extraer el máximo beneficio económico como enseña el capitalismo? ¿Por qué los pragmáticos no se limitan a tratar de aprovecharse y en la práctica cooperan como el que más (aunque ideológicamente no lo reconozcan)?

Desde la propia comunidad del software libre ha habido intentos de explicar estos fenómenos a través de la teoría de los juegos.18 Y ciertamente, el clásico dilema entre ``bien colectivo'' versus ``actitud egoísta'' es superado por un axioma que recuerda vagamente al ``dilema del prisionero'' de la teoría de juegos: la cooperación es preferible también desde una perspectiva egoísta. Y, al igual que sucede en el dilema del prisionero, esto no siempre es evidente de primeras. Inventado hace medio siglo por especialistas de la teoría de juegos, el ``dilema del prisionero'' se utilizó para estudiar el concepto de elección racional y para ilustrar el conflicto existente entre beneficio individual y bien colectivo.19

En la teoría de juegos tradicional, la estrategia ganadora es la llamada Tit for Tat (``donde las dan las toman''): ``sólo coopero si el otro coopera''. Es también la más simple, se comienza cooperando en la primera jugada y después simplemente se copia el movimiento previo del otro jugador. Los teóricos de juegos consideran que Tit for Tat reúne dos rasgos que identifican a las estrategias ganadoras y que juntas la hacen ganar en todas las pruebas realizadas por ordenador contra estrategias mucho más sofisticadas y mas ``sucias'' (egoísmo no cooperativo): es amable y es clemente. Una estrategia amable es aquella que nunca es la primera en ser egoísta. Una estrategia clemente es la que puede vengarse pero tiene mala memoria, es decir, tiende a pasar por alto antiguas ofensas (se venga inmediatamente de un traidor o egoísta, pero después olvida lo pasado). No se olvide que es amable en sentido técnico, no moral, pues no perdona en absoluto. Tit for Tat tampoco es ``envidiosa'', que en la terminología de Robert Axelrod significa que no desean más recompensa que los demás y se siente feliz si el otro tiene el mismo premio que uno mismo (de hecho Tit for Tat, nunca gana un juego, como máximo empata con su oponente): en el software libre significa desear que todos tengan las mismas libertades de que dispone uno mismo. Que lo más eficaz sea ser amable y clemente parecía desafiar todo sentido común y constituyó toda una sorpresa para los matemáticos, psicólogos, economistas y biólogos que han estudiado a fondo las diversas estrategias de la teoría de juegos.20 Esta conclusión, que abrió una nueva dirección de análisis, se ha confirmado una vez tras otra en los estudios y torneos organizados por el politólogo estadounidense Robert Axelrod: siempre acaban ganando las estrategias amables y clementes y siempre salen derrotadas las estrategias ``sucias''. Por su parte, biólogos, genetistas y etólogos están cada vez más convencidos de que la ``cooperación egoísta'' es la dominante en la naturaleza.

De acuerdo a la teoría de juegos, los individuos del Tit for Tat, cooperando entre sí en acogedores y pequeños enclaves locales, pueden prosperar hasta pasar de pequeñas agregaciones locales a grandes agregaciones locales. Estas agregaciones pueden crecer tanto que se extiendan a otras áreas hasta entonces dominadas, numéricamente, por individuos egoístas que juegan al ``Voy a lo mío''. A su vez, la cooperación es un fenómeno que produce realimentación positiva: nadie que disfrute de los beneficios del software libre puede dejar de promover su uso. Por eso la comunidad conserva cierto tono proselitista, además de por una percepción más o menos generalizada de que la potencia y el futuro del modelo depende muy directamente de que haya mucha gente participando activamente en su desarrollo.21

Sin embargo, el modelo Tit for Tat no caracteriza totalmente al software libre, al menos no de una manera canónica. Por un lado, es libre incluso para quienes no cooperan (esto le da valor ético, pero le aleja del Tit for Tat). Por otro lado, aunque el copyleft permite que cualquiera se beneficie, no permite que nadie se lo apropie o que se use para crear software propietario (esto le da valor pragmático y le aproxima al Tit for Tat). La estrategia del software libre es ``amable'' y ``clemente'' a la vez, pero --a diferencia del Tit for Tat-- es capaz de asumir en su seno estrategias egoístas sin necesidad de expulsarlas o vengarse de ellas (salvo quizá en casos en que se percibe un verdadero peligro, como que alguna empresa poderosa adoptase posiciones descaradamente egoístas no cooperativas, por ejemplo vulnerando la GPL).

En el software libre, convive un planteamiento basado exclusivamente en la eficacia, en la superioridad técnica y productiva que genera el modelo bazar, con otro que sitúa en primer plano la cooperación, la ética y la libertad. La postura pragmática, que hay quien ha calificado críticamente como ``realpolitik''22, rechaza cualquier formulación ética del modelo y sólo acepta como ideología las reglas del laissez-faire propias del liberalismo más ortodoxo. Este planteamiento apoya y potencia decididamente el software libre, porque ha verificado que su resultado es más eficaz, no porque valore la cooperación en términos de producción de bienes públicos o de beneficio social ni porque considere inmoral el modelo propietario.23 Incluso puede que solo le interese la cooperación social como poderosa máquina al servicio del capitalismo. Esta parte del modelo probablemente es la que se ajusta mejor a la teoría de juegos de acuerdo al concepto de la cooperación egoísta: las empresas cooperan porque a la larga obtendrán más beneficios y los individuos cooperan porque apoyando el modelo dispondrán de mejores aplicaciones.

Junto a este planteamiento coexiste un acercamiento ético o altruista. Conviene no confundirlo con un altruismo de base moral, religiosa o metafísica, sino de una ética materialista que considera la libertad y la cooperación social el mejor modo de defender algo que es bueno para todos y que encuentra otros estímulos diferentes al beneficio económico.24 Dicho de otro modo, no se trata de una historia de ``altruistas'' y ``egoístas'', de ``buenos'' y ``malos'', que como tantos otros dilemas morales se han mostrado inoperantes por falsos: pero hay una cuestión política de fondo muy importante que los diferencia claramente y es la de si el software --y, en general, el saber humano-- puede o no puede ser privatizado. Mientras para el sector pragmático esto no es relevante, para Stallman y quienes abogan por la visión ética esto es una cuestión central e innegociable: el software, a diferencia de los bienes materiales, no puede ser poseído, pues puede ser disfrutado por un número indeterminado de personas sin que por ello haya que privar a nadie de tenerlo a su vez.25 Ese es el núcleo del dilema, de la diferencia, y el que comporta acercamientos tan dispares al software libre.

La teoría de juegos funciona a nivel estadístico y se basa en estrategias inconscientes de base algorítmica (las pueden ejecutar máquinas, genes o seres humanos): no aplica pues criterios morales o finalistas ni trata de dar cuenta de los casos particulares, ni de las motivaciones de cada cual para cooperar o para ser egoísta, sino que nos ofrece algo más sutil y valioso: la comprensión de un proceso y el cuestionamiento de un mito capitalista y neoliberal, el del juego sucio y el ``todos contra todos'', el de que es mejor que cada uno vaya a lo suyo y solo se atienda a los intereses privados. Las conclusiones de la teoría de juegos --pese a carecer de finalidad moral-- nos ofrece un resultado optimista y alentador para una ética materialista (no moralista ni religiosa). La teoría de juegos y el software libre podrían ser la punta de lanza de un nuevo mito, el mito de compartir, el de la cooperación y la ayuda mutua. Podría anunciar la saludable idea de que incluso con individuos egoístas al mando, y en palabras del biólogo Dawkins, ``los buenos chicos acaban primero''.

No obstante, hay también razones para pensar que si el enfoque pragmático, apolítico, también llamado ``cooperación egoísta'', se acaba imponiendo, dañará a la comunidad del software libre, que podría acabar siendo recuperada por el capitalismo posfordista, del mismo modo que recupera el general intellect (la cooperación y el saber social general) y lo pone al servicio de la extracción de beneficio privado. Otros, sin embargo, apuestan por la coexistencia de ambas tendencias, y piensan que mientras la postura egoísta se avenga a cooperar dentro de las reglas del software libre no habrá nada que temer. Ese debate lo abordaré en el siguiente epígrafe.


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Miquel 2000-09-10