Entrevista a Bruce Sterling




Denise Caruso: Hablemos primero de ciberpunk. Se trata de un género de ciencia-ficción que probablemente mucha gente no sabe lo que es. ¿Cuál es una definición de cyberpunk?

Bruce Sterling: La verdad es que ya no tengo ninguna. Creo que lo que hacemos es asimilar todo lo que tenemos a la vista. Devoramos todo lo que tocamos. Y si ahora no sabes lo que es, mejor que no te metas en el tema.

D. C.: Venga, Bruce, dame una pista.

B. S.: Bueno. No puedes pasear por San Francisco sin ver mucho de eso. No sé, siempre he pensado que "ciberpunk" es como "ciencia-ficción", ya que es una contradicción en los términos. Es decir, ¿cómo puede alguien ser un "punk" y al mismo tiempo "ciber"?. ¿Cómo puede ser que alguien que es experto en nuevas tecnologías no sea también un empollón?. ¿Cómo puede ser un tipo guay? ¿Y además experto en cultura pop?. Es imposible, ¿no te parece? Lo mismo pasa con la ciencia-ficción. ¿Cómo puede ser que la "ficción" sea "ciencia"? ¿Cómo puede la "ciencia" ser "ficción"? Es decir, la ciencia es un método, un método experimental con resultados verificables a establecer.

D. C.: Sí claro, pero hay todo un grupo de gente que cuando empezó a leer tus libros y los de Gibson, tenían esa impresión del tipo Dios habla conmigo y pensaban alguien entiende finalmente quien soy. Y ¿qué es eso entonces? ¿Se trata quizás de que esta gente que surge del mundo de Internet y los ordenadores están tan mediatizados que saben también mucho de cultura pop?

B. S.: Bueno, conozco fanáticos de los ordenadores que creen que nunca ha habido nadie como ellos anteriormente. Esto forma parte de su leyenda interna. Pero la verdad es que se parecen mucho a los que experimentaban con la radio en los años 20. Como los radioaficionados. Este es el humus del que sale la ciencia-ficción. Era ficción para radioaficionados. Ya sabes, cyberpunk sería como ciencia-ficción para tíos con ordenadores portátiles. Ahora estamos metidos en ordenadores y medios de comunicación de la misma manera que generaciones anteriores lo estaban en robots y cohetes.

D. C.: Así pues, ¿por qué te pusiste a escribir ciencia-ficción?. ¿Cuándo empezaste a escribirla?

B. S.: Pues a los trece años.

D. C.: ¿Hay científicos o ingenieros en tu familia?

B. S.: Sí, de hecho mi padre es ingeniero. Pero no es escritor. Es como leer algo, darle a un interruptor y obtener un nivel de voltaje determinado y sale la típica grunge y obscena cultura pop americana de ciencia-ficción, que me pilló y no me ha soltado desde entonces.

D. C.: ¿Y qué obras recuerdas de entonces?

B. S.: Yo era un gran fan de Edgar Rice Burroughs cuando tenía trece años. También leía mucho Robert E. Howard y Tolkien. Ya sabes, literatura basura, pero que a los chavales les gusta. Yo era un chaval. Para mí era como abrir baúles mágicos. Y ahora que soy un tiparraco literario decadente leo cosas como las de J.G. Ballard. Pero en mis años mozos me alimentaba de ese tipo de cosas. Y estaba allí al alcance y la verdad es que funcionaba.

D. C.: ¿Y qué fue lo primero que publicaste?

B. S.: Bueno, vendí una novela cuando tenía 21. La escribí cuando estaba en el instituto y creo que salió publicada al graduarme.

D. C.: Pues eso es muy molesto. ¿Escribiste tu primer libro cuando todavía estabas en el instituto?

B. S.: Bueno, la verdad es que no trabajaba mucho, de manera que tenía mucho tiempo libre (risas).
D. C.: ¿Y cómo se llamaba?

B. S.: Se llamaba Involution Ocean.

D. C.: ¿Y de qué iba?

B. S.: Iba de un grupejo de psicóticos drogadictos en un planeta lleno de polvo. Y trataba también de la relación sadomasoquista entre un yonqui y una mujer murciélago peluda. Y también aparecen tipos que luchan contra tiburones con arpones y muchas batallas entre barcos balleneros. Todavía recibo mails de fans por la cosa esa, chavales de 19 años.

D. C.: ¿Se puede comprar todavía? ¿Se ha reeditado?

B. S.: No, tendrías que buscarlo en librerías de segunda mano. Seguro que aún quedan unos cuantos. En fin, yo diría que he firmado todas y cada una de las copias vendidas de esa maldita cosa. Es como el primer álbum de la Velvet Underground. Pues eso, que casi nadie lo compró, pero cualquiera que lo comprase acabó formando una banda. Bueno, en este caso, casi nadie compró esta novela de Sterling, pero han comprado todo lo que he escrito desde entonces.

D. C.: ¿Y en qué año se publicó?

B. S.: En el 77. El año en que los Talking Heads publicaron su primer álbum.

D. C.: Hasta aquí bien. Desde entonces has escrito Islas en la Red, que, para hablar de forma general, trata de redes globales y paraísos fiscales para el dinero electrónico. Y mucho antes de que esos temas estuvieran de moda. Escribiste Heavy Weather, acerca de una secta de cazadores de tornados muchos años antes de la película de Michael Crichton.

B. S.: Dos años antes.

D. C.: Sí... Luego tenemos The Hacker Crackdown, que es tu único libro que no es de ficción, ¿verdad?

B. S.: Sí.

D. C.: Y esto fue como un principio de la publicidad acerca de la guerra...

B. S.: Unos cuantos años antes de Tsutomu Shimomura, sí.

D. C.: De manera que te has adelantado en algunos de estos temas. Ahora tenemos este nuevo libro tuyo, Holy Fire: si tienes el dinero, la tecnología ya ha resuelto el problema del envejecimiento.

B. S.: Sí.

D. C.: Mmmm... presenta toda la idea esta de ser post-humano. ¿Qué evidencia en la cultura de hoy en día te dio la idea para escribir el libro? Es...

B. S.: Los anuncios por palabras en revistas de L.A. Es decir, me he limitado a abrirlos y leer. Lo típico, liposucciones, liftings, tratamientos contra la obesidad. En fin, chupar grandes cantidades de manteca de tu cuerpo. Máquinas para hacer ejercicio de diseño superexcéntrico. Ácidos alfahidróxidos, Retin-a. Sólo hace falta leer los anuncios del Vogue. Es decir, es que no podía ser más obvio.

D. C.: ¿Crees que eso sucederá pronto?

B. S.: Ya está sucediendo. Es una industria muy importante. Lo que ocurre es que en estos momentos es todo «vaporware». Los cosméticos son una industria muy importante. Lo único que pasa es que no funcionan. Pero imagínate que sí lo hicieran. Sería algo así: "¿Envejecer elegantemente?. Voy a presentar batalla en cada uno de los pasos del proceso."
Pues eso. Imagínate que empezaras a ganar.

D. C.: Y eso te llevó a esa idea del ser post-humano.

B. S.: Bueno, es la condición humana. Quiero decir que nuestras actividades están limitadas igual que nuestras actividades mentales en nuestros cuerpos. Envejecemos y eso es la condición humana. El hombre ha nacido para sufrir. Polvo eres..., bla bla bla.

D. C.: Y es muy molesto cuando nos hacemos viejos.

B. S.: Sí, pero nos hemos acostumbrado a eso, porque se considera que es algo impuesto por Dios. Y parte de la naturaleza humana. Bueno, la naturaleza humana no es más invulnerable que cualquier otra forma de vida que apisonamos y pavimentamos encima. Hay avances en biotecnología que son tan potentes e influyentes como los avances en tecnología de la información.

D. C.: ¿Por qué no nos describes el proceso que la protagonista, Mia, efectúa al principio del libro? ¿Cómo se llama?

B. S.: Se llama Desintoxicación Celular Neo-telomérica Disipativa.

D. C.: Sí, y lo que sucede...

B. S.: O bien DCND. Se me ocurrió que si esto va a suceder alguna vez, se recogerá mediante acrónimos, ¿no crees?. Es como MS-DOS o TCP/IP.

D. C.: Claro.

B. S.: Es como si fueras a recoger una versión mejorada. Es una versión mejorada.

D. C.: Pero es una versión radicalmente mejorada.

B. S.: Sí, pero algunas son más radicales que otras. Y las que son realmente radicales son cosas de vida o muerte. Los otros van simplemente para mejorar su rostro, o van al quiropráctico. Pero esta mujer se ha fundido a sí misma. Es como si se hubiera metido en una gigantesca jarra de gelatina a la temperatura del cuerpo y se hubiera pasado seis meses allí. Y su cuerpo se infla enormemente y hace todo tipo de extraños cambios genéticos con ella. Le dan la vuelta a sus pulmones y le raspan todas sus arterias y retiran una buena cantidad de toxinas químicas de sus neuronas. Es como una limpieza en seco radical.

D. C.: Y cuando acaba, ¿cuántos años tiene?

B. S.: Sale con un aspecto de tener 20 años.

D. C.: ¿Y empieza con 94 o 95?

B. S.: Sí, empieza con 94 o 95. Pero empieza como una persona de 94 años que aparenta tener 50.

D. C.: Sí, eso resume bien una parte del libro. Pero la parte que es realmente interesante, al menos para mí, es el mundo que has descrito alrededor suyo.

B. S.: Sí.

D. C.: Es decir, actualmente estamos luchando para que mucha información médica sea privada. Y ¿cómo podemos mantenerla así? En tu libro te has cargado todo eso y afirmas que toda la información médica se encuentra en la red. Todo lo que hay en tus registros médicos es información pública. ¿De qué va todo esto? ¿Crees que va a suceder realmente?
B. S.: Bueno, no creo que vaya a suceder necesariamente, pero para que mi sociedad funcionara, tendría que suceder.
D. C.: Y ¿por qué?

B. S.: Bueno, estamos hablando de extender la vida de la gente y hay otras personas que no pueden lograr eso. Así pues, está muy claro que es el gobierno el que está al cargo del hacha del verdugo. La gente que está aprobada por el gobierno vivirá durante mucho tiempo, y, los que no, serán ejecutados. Bueno, más exactamente se les dejará morir. No puedes actuar así sin tener una revolución, tenía la impresión de que había que demostrárseles de forma objetiva por qué se les estaba haciendo eso. Y la razón es que no se ajustaban. No se ocupaban de sí mismos.

D. C.: De acuerdo. No se ocupan de sí mismos y entonces...

B. S.: No se ocupan de sí mismos. Así pues, ¿por qué tendría yo que pagar por ti?

D. C.: Claro.

B. S.: Es como, es como una pelea. Nos encontramos ante una meritocracia gerontocrática.

D. C.: Porque en este momento hay millones de ancianos que lo controlan todo.

B. S.: Eso es.

D. C.: Y la gente joven son la minoría.

B. S.: Exacto.

D. C.: Pues hablemos de otros temas del libro. Que la gente joven sea la minoría es un tema interesante. Hablemos del perro que habla, Bruce. ¿Cuál es la idea que está detrás de esto?. Hay un perro que habla en el libro.

B. S.: Hay tres perros que hablan que yo recuerde... Hay un perro que habla al principio, y luego está el perro que habla y tiene un show televisivo...

D. C.: Ah, claro.

B. S.: Probablemente haciéndolo mejor que tú, de hecho.

D. C.: Gracias, muchas gracias.

B. S.: Me da la impresión de que cuando voy de celebridad por ahí presentando mi libro soy como un perro que habla.
D. C.: Ah, me gustaría poder mover la cola o quizás morder, pero de momento me tengo que controlar.

B. S.: Creo que vamos a tener perros que hablan. Y creo que es plausible que harán cosas similares a las que explico yo. Si es que vamos a tomarnos la molestia de crear un perro que habla... Básicamente lo hacen con técnicas similares a la inteligencia artificial, ¿de acuerdo?. Los perros no hablan. Los perros son...

D. C.: Los chips hablan.

B. S.: Sí, los chips hablan. Y el perro es como un periférico. Es una especie de cruce, son como una inteligencia artificial orgánica, ¿de acuerdo?. Y no sólo eso, si observas la historia de la investigación médica, todo lo que se hace, se hace en animales primero.
D. C.: Ah, interesante.
B. S.: Siempre se lo hacen a los animales primero. Y cualquier cosa que se le pueda hacer a una rata se le puede hacer a un ser humano. Así pues, si quieres saber qué se hará a los humanos en 20 años, observa lo que se está haciendo ahora a las ratas.

D. C.: Aaah.

B. S.: Así tenemos ahora estos ratones con una oreja humana creciendo encima de sus barrigas, que está teniendo un seguimiento importante por parte de la prensa.

D. C.: Eso sería atractivo. Creo que he visto algo así en un catálogo de Archie McPhee.

B. S.: Sí, claro. Ahora hay gatos paseando por ahí cubiertos con tatuajes de Borneo. Hasta con cicatrices rituales. No sé por qué no podríamos tener cuatro o cinco orejas, ¿no? Es decir, te afeitas la cabeza y te pones doce orejas encima.

D. C.: Pegadas o no, no importa, ¿no?

B. S.: Creciendo. Creciendo en tu cabeza. De todas formas no serían orejas funcionales, pero en fin...

D. C.: Claro. Pero las orejas no son tan atractivas.

B. S.: Los tatuajes tampoco son tan atractivos. Lo harías por razones suficientes.

D. C.: Según tu conocimiento.

B. S.: O lo sabes y punto. La liposucción tampoco es tan atractiva. El aumento de senos tampoco es tan atractivo para mucha gente. Pero ¿quién dice que si pudieras hacer crecer en ti una oreja por 2.000 pesetas no querrías una?. Quizás en el hombro.
D. C.: Eso quedaría bonito.

B. S.: Bueno, la posibilidad está ahí, eso está claro. Alguien lo va a explotar. De hecho, esa es la historia del desarrollo tecnológico. La gente siempre aparece con cosas nuevas. Creen que es la solución para algo, y el tipo que viene después no se preocupa de leer el libro de reglas. Y ese es el tipo que descubre realmente para qué sirve.

D. C.: Y tanto. Lasers. Y todo lo demás.

B. S.: Eso,sí, eso.

D. C.: El caso es que todo eso está sucediendo, el asunto éste de la red que ahora es tan popular... ¿ha cambiado la forma en que buscas material para tus novelas?. ¿Ha cambiado en algo tu forma de escribir?

B. S.: Bueno, soy lo bastante viejo para ser de la última generación que escribió novelas en máquinas de escribir mecánicas. Escribí mis dos primeras novelas mediante ese tipo de máquinas.

D. C.: Ni siquiera eléctricas.

B. S.: Es que eran muy malas. No, más bien es que era un esnob. Ni siquiera quería una máquina eléctrica. El caso es que zumbaban y hacían demasiado ruido. Y además no me gustaba la forma en que canturreaban, algo así como un esperar obediente a la próxima carta. Tenía esta máquina de escribir portátil que era así de pequeña y pesaba tal que así...
D. C.: ¿La Smith Corona portátil?

B. S.: ...y me la llevaba en mi Volkswagen con mis cosas, y me iba por ahí a escribir en parques. Y ahora tengo esta cosa que es del mismo tamaño y forma de mi máquina de escribir original, pero tiene capacidad global de comunicación. Puedo almacenar el equivalente de 9 o 10 libros en su interior. Además es un procesador de textos y envía faxes. El caso es que me tomo estas cosas bastante en serio. Y está revolucionando mi método de trabajo. Es algo sobre lo que reflexiono a menudo en tanto que artista. Realmente creo que el procesamiento de textos es una herramienta artística importante. Y hay que tomársela en serio.

D. C.: ¿Te ha ayudado en algo la red específicamente?

¿Cuánto tiempo te pasas haciendo investigación en la red?
B. S.: Bueno, ya sabes, hago algo de investigación en la red. Y la verdad es que paso menos tiempo en las bibliotecas del que solía. De todas formas en estos momentos recibo cerca de 50 revistas. Soy un converso de las revistas en papel. Esas cosas molan.

D. C.: ¿Y qué lees? Seguro que debes leer cosas realmente raras.

B. S.: Leo cosas increíblemente raras.

D. C.: Dinos las tres cosas más raras que lees; el top tres.

B. S.: ¿El top tres de las cosas que recibo?: Acts and Facts (Actos y Hechos) del Instituto Creacionista...

D. C.: OK.

B. S.: ...National Defense Monthly (La Revista Mensual de Defensa Nacional) y... el Manchester Guardian. En fin, no es que sea muy raro, pero es el hecho de que haya gente en Inglaterra que se tome esas cosas en serio, el tipo de cobertura global que tienen. Y su punto de vista no es el americano. Me leo esa revisteja fielmente.

D. C.: Mucha gente se está tomando esas cosas realmente en serio, y de hecho mucha gente se dirige a gente como William Gibson o como tú para hablar de cómo el presente se convierte en futuro. Y me acuerdo cuando me hablaste de que Gibson y tú testificasteis en el Congreso.
B. S.: Sí.

D. C.: Y ¿de qué iba eso? Era algo sobre educación?
B. S.: No, era el subcomité de telecomunicaciones de Edward Markey. Era una audiencia sobre crímenes con ordenador. Gibson no testificó. Gibson es canadiense, ja, ja, ja. Sí, sí que estuve allí.

D. C.: Pero él habló, ¿no?

B. S.: Bueno, eso fue durante la gira de la Academia Nacional de las Ciencias. Era un tema totalmente diferente. Es decir, desde que los yuppies reptiles sureños consiguieron el poder hace 4 años he ido mucho por Washington. Por ejemplo, hace 4 días estaba de tour con la Agencia de Inteligencia y Defensa. Y ahora tengo una camiseta de la Agencia de Inteligencia y Defensa muy guay. A veces voy de marcha con los tipos estos de la infoguerra. La verdad es que se lo toman muy en serio. Y el caso es que intento convencerlos para que no pidan consejos estratégicos y tácticos a escritores de ciencia-ficción. En fin, es para decir "si esto alguna vez sucede... lo mejor es que la población se eche al monte".

D. C.: Me parece que ya es demasiado tarde, Bruce.

B. S.: La gente nos pide ese tipo de cosas. Claro que vamos; vamos porque es material interesante. Es divertido y es raro. Pero... no le debemos nada a nadie. No nos han elegido. No tenemos que dar clases. Somos novelistas.

D. C.: La verdad es que es curioso. ¿Qué esperan que les digas?

B. S.: Pues la vedad es que no estoy seguro. Todo lo que te puedo decir es que a cualquiera que vaya de cyberpunk, pero en serio, les preguntarán cualquier cosa... se merecen que les digan cualquier cosa. No es que no les haya avisado ¿eh?

D. C.: Desde luego se les ha avisado ampliamente.

B. S.: Sí.
D. C.: Sé que estás fuertemente en contra de la propiedad intelectual. ¿Cuáles son los temas más problemáticos relacionados con la tecnología que contemplas actualmente en el mundo?

B. S.: ¿Qué quieres decir?. ¿Relacionado con la propiedad intelectual?

D. C.: Simplemente toda la cuestión de la relación entre tecnología y cultura. Hay mucho material de eso.

B. S.: Bueno, soy una especie de tipo anti-propiedad.

D. C.: Y eso, ¿qué quiere decir?

B. S.: Que hay demasiadas cosas que se convierten en dinero. Básicamente que la venta al detalle es la maldición de la tierra. Por ejemplo, la publicidad me agobia visceralmente. Es mala para nosotros. Creo que es peor que el porno.

D. C.: ¿De qué manera?

B. S.: Bueno, es como porno de coches. Cuando alguien te quiere vender un coche siempre te cuentan una historieta, ¿sabes?. Eso del «aquí llega la mujer atractiva». En Holy Fire la publicidad está prohibida. De manera que los grafitis callejeros dicen cosas como «comprarte un coche nuevo te hará más atractivo sexualmente». Es algo muy subversivo dadas las circunstancias. El caso es que es subversivo. Es jugar con las debilidades emocionales de la gente para hacerles consumir. La gente de Ad Busters en Vancouver... se les da realmente bien. Saben que ver la tele es trabajo, y el producto eres tú. Te asaltan miles de anuncios, hasta los niños son asaltados por miles de anuncios. Y ahora cada vez más y más aspectos de la vida humana se convierten en dinero fácil. Y eso degrada la mente de la gente.

D. C.: Hacen un trabajo remarcable. Y hace tiempo que lo hacen.

B. S.: Bueno, me he relacionado bastante con profesionales de la publicidad y las relaciones públicas, incluso con manipuladores políticos,y la verdad es que manipular a la gente se está convirtiendo en una ciencia. Y eso es una cosa muy cruel. Es cruel en el mismo sentido que hay algo cruel en los casinos. ¿Sabías que ahora los republicanos van a los casinos?. La gente se lleva sus hijos a esos sitios y mujeres con pantalones ajustados de poliéster pierden todo el dinero que han ahorrado en manos de esos piratas.Están por todos lados, y es algo que cada vez nos afecta más, año tras año.

D. C.: Nos convertimos en propiedades.

B. S.: Sí, pero nos estamos acostumbrando. Es como si tirar el dinero o la sensación de que te están robando y defraudando se convirtiera en algo agradable para nosotros. Me siento como alguien cuya misión es la de ser un culturatus, como alguien que tiene que resistirse a eso. Es algo malo y creo que hay un proceso de resistencia. Y la forma de resistir es entregar cosas. Hacer regalos.

D. C.: Y tú regalas...

B. S.: Yo he regalado todo tipo de cosas. He regalado mi único libro que no es de ficción, y he regalado los textos de conferencias y todo tipo de material de ensayo. Ya sabes, de todo un poco. "La información quiere ser libre" es un viejo eslogan cyberpunk, yo todavía lo defiendo, porque me divierte ver cómo la gente se irrita con él. Los carapán siempre se ponen histéricos al oir esa frase.

D. C.: ¿Los carapán?
B. S.: La gente que todo lo quiere convertir en dinero.
D. C.: Pero, Bruce, tú vives de escribir. ¿Cómo vas a hacer dinero si toda la información tiene que ser libre?

B. S.: No, yo era un escritor antes de hacer dinero. Y no sólo eso, seguiré siendo un escritor después de muerto. ¿En qué momento se supone que empiezo a generar beneficios?. A la larga, la información siempre es libre. Acaba por convertirse en dominio público. La economía se va transformando, pero la información siempre está ahí. Cojamos a Bill Gates, por ejemplo. Un tipo que está realmente mosqueado con el tema de la piratería de software en China y todo eso. A ver, dime cuánto vale ahora el Windows 1.0. Si vieras una copia en la acera, ¿te agacharías para cogerla?, ¿cuánto vale?, ¿es gratis?. No, es peor que gratis, porque es basura. Lo que querrás es tirarlo. Todavía se publican libros míos que escribí en el 85. He leído y tengo libros que son realmente interesantes que fueron escritos en 1785. Y valen la pena. ¿Cuánto vale la Biblia?. Una Biblia es información, ¿verdad?

D. C.: Sí.

B. S.: Sí, es ASCII. Es ASCII impreso. Pero tú puedes robar una en cualquier hotel de EEUU. Pone «Gideon» en la portada, y puedes conseguirlo por nada. Así pues, ¿cuánto vale?. Pero imaginemos que no hubieran Biblias en el mundo, que hubieran desaparecido todas en un cataclismo misterioso. ¿Cuánto pagarías para poder volver a tener una? Imagina que tú tienes la única Biblia. De repente sería muy valiosa.

D. C.: Claro.

B. S.: La economía es de goma. Se estira y se estrecha de muchas formas. Y no sólo eso, «valer la pena» y «valor monetario» son dos cosas diferentes.

D. C.: Es una de las ironías de la edad de la información. No cuesta casi nada crearla y distribuirla, pero tiene un gran valor económico.

B. S.: Sí, bueno. La gente reacciona, como si sus vidas estuvieran amenazadas... y se molestan por cosas que en realidad son perogrulladas. Pero a mí no me molestan. He visto mucha, mucha gente intentando comercializar redes; intentando comercializar unos y ceros básicamente. Y si Internet se convierte en un gigantesco centro comercial, ya no habrá Internet. Lo que tendremos es Prodigy. Porque Prodigy es eso. Es IBM y El Corte Inglés. Es lo que tendríamos. Un centro comercial perfecto, donde todo está censurado y las cosas están a la venta. Pagas un poco y ya tienes tu copia del Lecturas. Y todo está muy ordenado y no hay porno infantil y no hay cyberpunks y no hay hackers y no hay flipados y todo es bonito y destinado al americano medio. Tiene sentido; tú metes tu calderilla y sacas unos y ceros. El caso es que eso no es un modelo viable. Es una idea estúpida. Nadie va a pagar nada por ASCII. Y cuando pagan por software no les dan realmente nada. Es como si alquilaran algo. Mira el sello de garantía. No dice que sea propiedad tuya. Dice que es propiedad suya.

D. C.: De acuerdo. Supongamos que tu modelo es correcto. Hay todo un universo de gente que está gastando mucho dinero para balcanizar la red, para hacer que sea imposible que la información sea libre. ¿Crees que sus esfuerzos serán fútiles?

B. S.: Bueno, cualquiera puede balcanizar cualquier cosa. Tú y yo podemos balcanizar el inglés. Eso pasa todo el tiempo. La gente habla argot, o hablan en tecnicalés. Y eso es una forma de reducir el inglés a un subconjunto balcanizado que sólo un reducido número de gente puede usar. Pero a eso no lo llamamos un "mercado". Lo llamamos jerga criminal, o argot o lenguaje burocrático o tecnicalés. Y creo que cosas así sucederán siempre en las redes. Siempre habrán secciones que, o bien alguien ha recogido y se sienta celosamente encima, o bien tienes gente que está haciendo sus cosillas en beneficio de sus mensajes. Para ser diferentes, para destacar. Pero la idea de que no habrá nada aparte de centros comerciales, sin ningún espacio común, en Internet, es una idea que ya se ha intentado y ha fallado.

D. C.: ¿Y eso?
B. S.: Bueno, Prestel era así. Compuserve era así.

D. C.: ¿Qué es Prestel?

B. S.: Prodigy era así. No necesitas... están muertos, de manera que nadie los recuerda. Prestel era una red británica apoyada por el estado en los 70.

D. C.: Nunca he oído hablar de ello.

B. S.: Bueno, y pasada una generación nadie habrá oído hablar de Compuserve, ni de Prodigy en poco tiempo, es triste decirlo. Pero tampoco me extrañaría que en 15 años nadie haya oído hablar de Internet. Se la conocerá como "la red" o simplemente "eso". O quizás "comunicación" o "hablar". Será como hablar. Si resulta que tienes tu teléfono móvil operante y estás hablando en una habitación, eso es muy diferente a estar hablando en una habitación sin aparatejos. Todavía hay un gran camino por recorrer. La gente que cree que puede domarla, o que se van a convertir en los mandarines comerciales del cyberespacio de los 90, viven en un mundo de fantasía. Esos tipos no tienen ninguna conexión con la realidad.

D. C.: Bueno, no veo aquí una reducción del tema de la propiedad. Así pues, viendo lo que está pasando ahora, ¿hay algo en el mundo que te dé esperanzas?

B. S.: Sí, muchas cosas. Me lo estoy pasando muy bien. Desde el 89. Es decir, yo era de una generación que esperaba ser incinerada en un holocausto nuclear. Llega el 77 y pensaba que las posibilidades de sobrevivir eran de 50 contra 1 y que íbamos a perder. Que no habría ningún futuro, que nuestras ciudades serían cráteres radiactivos. Así que para mí los 90 son una época estupenda. Es mi década favorita. Es como Carnaval, no puedo creer lo que veo. No puedo ceer lo que me pide la gente. No puedo creer que se me envíe a esos sitios y que la gente venga. Y todos estos desarrollos extraños, impredecibles. Es como un circo, ¿no?. Es como si lo hubieran perdido, los mecanismos de control han explotado. Es, es... es orgiástico. Es realmente increíble.

D. C.: ¿Y tú vas a subirte al tren hasta que pare?

B. S.: Hombre...yo voy a bajar mucho antes de que el tren pare, así que no me preocupa. Y la verdad es que me lo estoy pasando muy bien. No tengo gran cosa de la que quejarme. Tengo más pasta que el 99% de la población, tengo dos niños maravillosos, vivo en una mansión y soy rico y famoso.

D. C.: Pues claro.

B. S.: Sí. Así pues, ¿para qué me voy a poner a gimotear y a quejarme?

D. C.: Ya no tengo nada más que preguntar. Estupendo...