Miquel Barceló
Generalmente se tiene la idea de que la historia se refiere a un pasado más o menos lejano, pero en la informática no necesariamente ha de ser siempre así.Cierto es que hablar del ENIAC, o de la máquina analítica de Babbage corresponde claramente a la historia de la informática, pero ¿qué decir del nacimiento del MS-DOS del que nos separan menos de veinte años? ¿Es eso historia? ¿Se trata, tal vez, de una especie de periodismo dilatado en el tiempo?
La respuesta más aceptada es que, al menos en el caso de la informática, lo ocurrido hace una veintena de años (e incluso menos) entra también en el campo de la historia.
El enloquecido ritmo de cambio de la informática en las últimas décadas justifica que hechos determinantes acaecidos hace una veintena de años se hayan perdido en su significación real, arrastrados por el vértigo del cambio incesante que la infotecnología puede deparar.
Por otra parte, en una tecnología inevitablemente sometida a las vicisitudes del mercado, las revisiones históricas intencionadamente sesgadas a están a la orden del día para, por ejemplo, prestigiar a una empresa o a sus directivos, cuando la realidad de los hechos admite, por lo menos, otra lectura.
En estos días cuando Microsoft experimenta todo tipo de problemas por causa del probado abuso de su posición de monopolio en el mercado de sistemas operativos, bueno será recordar los orígenes de esa posición.
Pero, en el año 1980, IBM tomó la decisión de introducirse un tanto precipitadamente en el entonces incipiente mercado de los ordenadores personales, que ya empezaba a estar dominado por máquinas como el Apple II. En realidad, desde finales de los años sesenta existían estudios que venían a demostrar la imposibilidad de que otras nuevas empresas entraran en la actividad de fabricar ordenadores. El mercado estaba dominado por un oligopolio con tendencias marcadamente monopolistas en donde destacaban IBM y la llamada pandilla (por la palabra inglesa BUNCH, cuyas iniciales corresponden respectivamente a: Burroughs, Univac, ncr, Control Data y Honeywell). El error de esos estudios era no contemplar la posibilidad de sistemas de pequeño tamaño (que fueron despectivamente llamados ``mini'') en los que destacaron pronto Digital Equipment Corporation (dec), Hewlett-Packard (HP) o Data General.
Los años setenta vieron cómo DEC afianzaba posiciones que le llevarían después a ocupar incluso el segundo lugar entre las empresas proveedoras de informática. IBM, ante el creciente de Apple, no quiso que el fenómeno se repitiera en el mundo de los microordenadores y, en 1980, lanzó el proyecto Chess, que desembocó en el anuncio del IBM-PC en agosto de 1981.
Por primera vez en la historia, conociendo la premura de tiempo, IBM lanzaba un producto a base de ensamblar material de otros proveedores: el chip de Intel, la impresora de EPSON, unidades de disquete de diversos fabricantes, etc.
Aunque IBM disponía de un intérprete de BASIC para su System/23 Datamaster, la necesidad de equipararlo a otros BASIC de la misma IBM podía haber introducido retrasos considerables que el proyecto Chess no podía permitirse. Por eso se decidió usar el BASIC de Microsoft que venía avalado por el amplio uso que se le estaba dando en el mundo, entonces naciente, de la microinformática personal.
El CP/M era un buen triunfo en manos de Digital Research que, sabiendo la ausencia de competidores viables, estab pidiendo a IBM bastante más de lo que ésta quería conceder.
Las negociaciones llegaron a estancarse y, precisamente cuando IBM decidió activar la situación visitando a Gary Kindall en las oficinas de su empresa Digital Research, ocurrió que Kindall no estaba allí y se hallaba haciendo prácticas de vuelo. La esposa de Gary Kindall, que era quien llevaba las riendas administrativas de la empresa, se negó a firmar el protocolo de confidencialidad que IBM pedía.
Una decisión que no parece absurda si se recuerdan las diversas denuncias que acusaban a IBM de haberse apropiado, a lo largo de esos años, de algunos productos de otras pequeñas empresas.
Rotas las relaciones entre Digital Research e IBM (y teniendo en cuenta, además, que el CP/M de 16 bits llevaba bastante retraso en su desarrollo), quedaba propiciada la gran jugada de póquer de Bill Gates: ofrecer a IBM un sistema operativo de 16 bits. IBM lo comercializaría como PC-DOS, mientras que Microsoft lo haría como MS-DOS. El éxito del llamado IBM-PC y su muchos clones fue, de rebote, el de Microsoft.
El MS-DOS ofrecido por Gates en realidad no existía. Se trataba de un sistema operativo construido por Tim Paterson en la empresa de Seattle Computer Products para ser ejecutado en un chip 8086 de Intel de 16 bits. Gates pagó 15.000 dólares a esa empresa para poder comercializar el producto, aunque poco después, ante el posible éxito de su farol con IBM, acabó pagando una suma bastante mayor para disponer de todos los derechos sobre ese sistema operativo. Paterson había denominado 86-DOS al sistema operativo que había escrito sólo por necesidad, para poder utilizar esos chips 8086 a la espera de que llegara el esperado CP/M de 16 bits.
Pero en Seattle Computer Products nadie se llamaba a engaño: internamente el sistema era conocido como QDOS (por Quick and Dirty Operating System, lo que viene a significar ``sistema operativo rápido y sucio''). Y era tan precario como su nombre indica.
Ese fue el MS-DOS que acompañó al IBM-PC en su primera salida y sobre el que Gates construyó su riqueza hoy un tanto amenazada.
Paterson había tomado también del nuevo Microsoft BASIC para discos la idea de mantener una tabla de asignación de ficheros (FAT: File Allocation Table) para conocer la asignación de espacio en disco de los ficheros.
En cualquier caso, con el tiempo el MS-DOS (en cierta forma estable y útil a partir de la versión 2.1) se convirtió en el viejo padre del actual Windows y se reveló como un sistema realmente longevo: existió oficialmente desde 1981 hasta 1995, aunque el Windows 95 (anunciado en agosto de ese año) se construye como una interfaz GUI (Graphical User Inerface) sobre la última versión del MS-DOS, que queda oculta para el usuario. Lo demás, como se suele decir, ya es historia. Y, tal vez, de esos barros vengan ahora estos lodos...
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Ross Moore,
Mathematics Department, Macquarie University, Sydney.
La línea de comandos ejecutada fue:
latex2html -split 0 barcelo2.tex
Publicado originalmente en la revista mensual CiberPaís, en julio del 2000