Innovación en la austeridad

Esto es una traducción de la transcripción de un discurso de Eben Moglen en la conferencia «Freedom to Connect» (Libertad para Conectar) 2012 en Washington DC el 22 de mayo de 2012.


Esta traducción y sus posibles futuras versiones pueden descargarse desde:
https://gitorious.org/mswl-larjona-docs/mswl-larjona-docs/trees/master/l10n_es/texts

Grabación del evento:
http://www.youtube.com/watch?v=G2VHf5vpBy8

Transcripción (por Ben Asselstine):
http://softwarefreedom.org/events/2012/freedom-to-connect_moglen-keynote-2012.html

Traducción al español a cargo de (en orden alfabético):
Laura Arjona (larjona99[at]gmail[dot]com),
Francisco Vila (francisco[dot]vila[at]hispalinux[dot]es).


Gracias. Es un placer estar aquí, y ver a tantos amigos. Estoy muy agradecido a David por la invitación, es un privilegio estar aquí. Voy a hablar mayormente de un asunto casi tan «geek» como las cosas de las que todos hablamos todo el tiempo, llamado economía política. Voy a intentar hacerlo menos merecedor de echarse una cabezada de lo que suele ser, pero me vais a perdonar, seguro, por empezar bastante lejos de OpenSSL, y nos iremos acercando conforme pasa el tiempo.

Las economías desarrolladas en el mundo, ahora mismo todas ellas, están empezando a experimentar una condición fundamentalmente similar y muy deprimente. Se les pide imponer austeridad, porque los niveles de deuda privada han metido palos en las ruedas, y la determinación de los dueños del capital por correr grandes riesgos con el dinero de otra gente ha funcionado extremadamente mal en la última media década. Y por tanto, la austeridad es la posición inevitable y que perjudica políticamente a todos los gobiernos del mundo desarrollado, y algunos de esos gobiernos han empezado a deslizarse por una espiral de la muerte, en la cual la necesidad de imponer austeridad y reducir la inversión pública y el apoyo del bienestar para los jóvenes está dañando el crecimiento de la economía, lo que impide que la austeridad tenga sus deseadas consecuencias. En lugar de eliminar los activos malos y continuar el crecimiento, observamos cómo la tercera economía más grande del mundo, la Unión Europea, se encuentra al mismísimo borde de un colapso monetario y una generación perdida, lo que tendría un efecto profundamente depresor en toda la economía global.

A los que hacen las políticas (reconozco que pocos de ellos están aquí; por supuesto, tienen cosas mejores que hacer que escucharnos), a los que hacen las políticas, en otras palabras, se les viene encima un problema ineludible: ¿Cómo tenemos innovación y crecimiento económico en la austeridad?

Ellos no saben la respuesta a esta pregunta, y se está convirtiendo en algo tan urgente que está empezando a deteriorar su control político. En varias sociedades muy desarrolladas y consideradas, partidos marginales están empezando a atraer un número de votos sustancial, amenazando la estabilidad de la capacidad de los planificadores de la economía para resolver, o intentar resolver, el problema de la innovación en la austeridad.

Esto no es una buena noticia para nadie. Esto no es bueno para nadie. No tenemos la oportunidad de alegrarnos por este resultado, que es principalmente el resultado de la incompetencia de esa gente que clama merecer todo el dinero porque son tan inteligentes; es en parte el resultado de la cobardía política que les dio demasiado margen de maniobra. No es que nos alegremos de que pase esto, pero algo se puede rescatar. Hay algunas personas que saben cómo tener innovación en la austeridad. Somos nosotros.

Hemos producido innovación en la austeridad desde la última generación y no sólo hemos producido innovación bastante buena, hemos producido la innovación que otra gente lista y rica se ha atribuido en su mayor parte. La mayor parte del crecimiento que ha ocurrido en esta época salvaje y descabellada, en la que tomaron el dinero de otra gente y se fueron al hipódromo con él, fue con innovación que hemos producido para ellos. Así que ahora, nosotros también podemos lamentar unas circunstancias realmente malas, porque el desempleo afecta a mis estudiantes de leyes recién graduados, a vuestros hijos, y a todos esos jóvenes cuyas vidas están siendo dañadas, pero bien, por la mala situación económica actual. Las personas que empiezan sus carreras ahora sufrirán pérdidas sustanciales en sus ingresos a lo largo de sus vidas. Sus hijos tendrán un peor punto de partida en la vida, a causa de lo que está pasando ahora; no podemos alegrarnos de eso.

Pero tenemos una oportunidad política sustancial. Porque tenemos la respuesta a la pregunta más importante que presiona a todos los que hacen las políticas en el mundo desarrollado ahora mismo. Eso significa que tenemos algo muy importante que decir, y he venido aquí esta mañana principalmente a empezar la discusión sobre cómo deberíamos decirlo concretamente.

Y quiero presentar un primer borrador de trabajo de nuestro argumentario, digo «nuestro» porque miro alrededor en la sala y veo que estamos nosotros aquí esta mañana. Nuestro argumentario, sobre qué hacer con el dilema en el que está el mundo. La innovación en la austeridad no se produce recolectando mucho dinero y dándoselo a los intermediarios de la innovación. Uno de los aspectos más importantes de la política económica del siglo XXI es que el proceso que llamamos desintermediación (que se está introduciendo en nuestra jerga ahora) es inexorable, consistente, e incesante. La televisión se está disolviendo. No necesito explicároslo, ya lo sabéis. Nadie va a intentar nunca más crear una enciclopedia comercial. Las pequeñas, penosas máquinas «te-voy-a-dejar-leer-unos-libros-a-menos-que-decida-retirártelos» de Amazon están transformando el mundo de la publicación eliminando el poder selectivo de los editores de libros, de la misma manera que el Sr. Jobs casi destruye la industria global musical con la pretensión de salvarla. Una tarea que su fantasma está realizando ya con los editores de revistas como podéis ver.

La desintermediación, el movimiento de dejar sin poder al centro de la red, es un hecho crucial de la política económica del siglo XXI. Se demuestra a sí misma todo el tiempo. Alguien ganará un premio Nobel en economía por describir en términos formales la naturaleza de la desintermediación. Los intermediarios que lo hicieron bien durante los 10 últimos años, están limitados a dos tipos: los seguros de salud en los Estados Unidos, deudores de la patología política, y la industria financiera.

Los seguros de salud en los Estados Unidos puede que sean capaces de capitalizar la continua patología política para seguir siendo intermediarios fracasados y caros durante algo más. Pero la industria financiera se ha cagado en su propio nido y se está encogiendo y continuará haciéndolo durante algún tiempo. Lo que trae como consecuencia que, a través del sistema económico, como lo observan los que hacen las políticas, la realidad de que la desintermediación ocurre y no se puede parar se convierte en una luz guía en la formación de la política industrial nacional. Y necesitamos decir que esto también es cierto para la innovación.

La innovación tecnológica más grande de finales del siglo XX es lo que ahora llamamos la World Wide Web. Una invención de menos de 8000 días de antigüedad. Esa invención ya está transformando la sociedad humana más rápidamente que cualquier cosa desde la adopción de la escritura. Veremos más de esto. La naturaleza de ese proceso, de esa innovación, potencia la desintermediación, permitiendo que todo tipo de contacto humano ocurra sin intermediarios, compradores, vendedores, agentes, y controladores. Y proporciona una plataforma en la cual está habiendo una guerra sobre la penetración y el poder del control social, un tema al cual volveré en unos minutos. Por ahora sobre lo que quiero llamar la atención es sobre el hecho crucial de que la World Wide Web es en sí misma un resultado de la innovación sin intermediarios.

Lo que Tim hizo al principio en el CERN no era la Web tal y como la conocemos ahora, la Web tal y como la conocemos ahora fue hecha por la innovación desintermediada de un número enorme de personas. Miro atrás a lo que escribí sobre el futuro de las páginas personales en 1995, y veo que mucho de lo que entonces pensaba que pasaría está pasando, dije entonces que esas pequeñas páginas personales eran semillas de hierba y que una pradera estaba creciendo, y así ha sido.

Claro, como cualquier otra innovación, ha habido consecuencias no intencionadas. El navegador hizo la Web muy fácil de leer. Al construir Apache, al construir los navegadores, al construir un enorme número de cosas sobre Apache y los navegadores, no hicimos la Web fácil de escribir. Entonces un pequeño matón con una sudadera con capucha hizo la Web fácil de escribir, y creó un «ataque de intermediario»(*) a la civilización humana, que según se desenrolla suena a daño social. Y ésa es la innovación intermediada de la que nos tendríamos que preocupar. Hicimos todo posible, incluyendo, desgraciadamente, PHP, y entonces los intermediarios de la innovación lo transformaron en el horror que es Facebook. Esto no revertirá, como podemos ver de los resultados de los mercados, en ser una forma de innovación social particularmente favorable. Va a enriquecer a pocas personas. Al gobierno de Abu Dhabi, a un matón ruso que ya tiene de hecho mil millones de dólares, a un tío que no puede esperar a cambiar su nacionalidad para no tener que pagar impuestos para mantener las escuelas públicas, y a algunas otras reliquias del mal comportamiento del siglo XX.

Pero la realidad de la historia subyacente es que si hubiésemos tenido un poco más de innovación sin intermediarios, si hubiésemos hecho que fuera muy fácil montar tu propio servidor web, si hubiéramos explicado a la gente desde el principio cuán importantes son los archivos de registro, y por qué no deberíamos dejar que otros los guardaran por nosotros nos encontraríamos en una situación bastante distinta ahora mismo. El próximo Facebook no debería tener lugar. Es innovación con intermediarios, que sirve a los intereses de las financieras, no a los de las personas. Lo cual no es lo mismo que decir que las redes sociales no deberían haber existido: no deberían existir con un «ataque de intermediario»(*) incorporado. Todos en esta sala saben eso, la cuestión es cómo se lo enseñamos a los demás. Pero así como valoro la importancia del bienestar de los demás, también quiero hablar de los que diseñan las políticas: ¿cómo les explicamos esto? Y aquí comenzamos a dividir la conversación en dos partes importantes. La primera, ¿qué sabemos acerca de cómo conseguir innovación en tiempos de austeridad? Y la segunda: ¿qué impide que los gobiernos estén de acuerdo con nosotros en ello?

Así pues, permítanme presentar mi primer borrador del caso positivo de la innovación en tiempos de austeridad, denominado «Nosotros hicimos la nube».

Todos en la sala lo entienden también. Precisamente, el meollo de lo que ahora mismo le está sucediendo a la tecnología de la información, tiene que ver con el escalado de nuestras obras de finales del s.XX. Creamos la idea de que podíamos compartir sistemas operativos y toda la pila de utilidades que va sobre de ellos. Lo hicimos aprovechando la curiosidad de los jóvenes. Eso fue el combustible, y no el capital-riesgo. Hemos estado en ello durante 15 años, y nuestro sistema ya estaba funcionando por todas partes, antes de que el capital-riesgo, o incluso el capital industrial puesto sobre la mesa por los gigantes de las TI, viniese a nosotros. Nos llegó, no porque la innovación tuviese necesariamente que producirse, sino porque la innovación ya se había producido, y ellos necesitaban monetizarla. Fue un resultado extremadamente positivo, del que no tengo nada malo que decir. Pero la naturaleza de ese resultado, sin duda la historia tal como la vivimos y como otros pueden ahora estudiarla, mostrará cómo ocurrió la innovación en la austeridad. Está muy bien decir que se produjo porque aprovechamos la curiosidad de los jóvenes, lo que es históricamente correcto. Pero hay que decir más que eso.

Lo que tenemos que decir es que la curiosidad de los jóvenes pudo aprovecharse porque todos los ordenadores de uso diario podían manipularse(**). Y de esa forma los jóvenes podían de hecho trastear(**) en aquello que todos utilizaban. Ello hizo posible que se produjese la innovación donde se produjo, donde puede producirse sin fricción, que es en la base de la pirámide del capital. Esto está ocurriendo ahora en todas partes del mundo tal y como ocurrió en los Estados Unidos en los años 80. Cientos de miles de jóvenes de todo el mundo trasteando(**) en sus portátiles. Cacharreando(**) con servidores. Cacharreando(**) con el hardware de uso general disponible para permitirse a sí mismos rascarse donde les pica(***): sus inquietudes individuales, técnicas, sociales, laborales, o simplemente lúdicas. «Quiero hacer esto, estaría muy bien». Lo cual es la principal fuente de innovación que condujo toda la gran expansión económica mundial de los últimos 10 años. Toda ella. Billones de dólares de comercio electrónico. Aquellos de vosotros que tengan edad como para recordar cuando luchar contra el cifrado de clave pública era la política del gobierno de los Estados Unidos, recordarán cuán duro lo combatieron, sólo para evitar la existencia sobre la faz de la tierra de 3.8 billones de dólares de comercio electrónico.

Se nos consideraba partidarios del terrorismo nuclear y la pedofilia a principios de los años 90, y todo el dinero que ganaron en campañas de donaciones y en dividendos y todo lo demás, se debe a la globalización del comercio que nosotros hicimos posible, con la misma tecnología por la que querían meter en la cárcel a nuestros clientes por haberla hecho. Eso demuestra claramente, pienso yo, a la siguiente generación de diseñadores de políticas, cuán profundamente probable es que su adhesión al conocimiento recibido contribuya a la espiral de muerte en la que ahora tanto temen introducirse. Y nos debiera impulsar a darnos cuenta una vez más de que la forma en que realmente se produce la innovación es dándoles a los jóvenes las oportunidades de crear sobre una infraestructura que les permita cambiar(**) el mundo real, y compartir los resultados.

Cuando Richard Stallman escribió en la Universidad de Suffolk la convocatoria por una Enciclopedia Universal, cuando él y Jimmy Wales y yo mismo éramos mucho más jóvenes que ahora, se consideró una idea frívola. Ahora ha transformado la vida de toda persona alfabetizada en el mundo. Y seguirá haciéndolo.

La naturaleza de la innovación establecida por Creative Commons, por el movimiento del Software Libre, por la Cultura Libre, que se refleja en la Web, en la Wikipedia, en todos los sistemas operativos libres que corren en cualquier sistema (incluso dentro de todas esas vampirescas cosas de Apple bloqueadas que veo por toda la sala), toda esa innovación, procede del sencillo proceso de dejar a los chicos jugar y salirse del camino establecido. Lo que, como saben, tratamos ahora de evitar a toda costa. Cada vez más, en todo el mundo, los aparatos informáticos reales del día a día para seres humanos individuales se están construyendo de manera que no podamos cambiarlos. Se está bloqueando el laboratorio de informática que hay en el bolsillo de todo muchacho de doce años.

Cuando pasamos por la fase anti-bloqueo de las negociaciones de la GPL 3 a mediados de la década pasada, de alguna manera se creía que el propósito principal por el que Sr. Stallman y yo estábamos interesados en presionar a todo el mundo contra el bloqueo de los aparatos tenía algo que ver con la copia no autorizada de películas. Y continuamos diciendo que ésta no era la Free Movie Foundation. Eso no nos preocupaba. Lo que nos preocupaba era proteger el derecho de la gente a trastear(**) con aparatos que eran de su propiedad. Y el motivo por el que nos preocupaba es que si evitamos que la gente cambie(**) los aparatos que les pertenecen, destruiremos el motor de la innovación del que tantos beneficios saca todo el mundo.

Aún es cierto; y es más importante ahora precisamente porque muy pocas personas pensaban que teníamos razón entonces, y no se emplearon a fondo para apoyar ese punto de vista, y ahora tenemos a Microsoft diciendo «no vamos a permitir navegadores de terceros sobre dispositivos con Windows RT basados en ARM». Y tenemos el fantasma del Sr. Jobs tratando de encontrar incluso la manera de impedir que exista una cadena de herramientas libres en relación con iOS, y tenemos un mundo en el que cada vez más la meta de los operadores de redes es atar a todo joven ser humano a una plataforma de red propietaria con equipos de terminal cerrado del que no puede aprender, que no puede estudiar, entender, hincarle el diente, con el que no puede hacer nada excepto enviar mensajes que cuestan un millón de veces lo que deberían.

Y la mayor parte de la así llamada «innovación» en el mundo y en nuestro sector, se dirige ahora hacia la creación de TI para operadores de red que no supone ninguna mejora tecnológica para los usuarios. La innovación en telecomunicaciones en el mundo, básicamente se ha detenido. Y no va a revivir mientras sea imposible aprovechar las formas de innovación que realmente funcionan en tiempos de austeridad.

Esto tiene, a su vez, una consecuencia indirecta enormemente importante. La innovación bajo el signo de la austeridad se produce como consecuencia directa porque la curiosidad de los jóvenes está enfocada a la mejora de las circunstancias reales de la vida diaria. La consecuencia indirecta es que mejora la educación de la población.

La eliminación de los intermediarios empieza a llegar a la enseñanza superior en los Estados Unidos, lo que significa que empieza a llegar a la enseñanza superior de todo el mundo. Actualmente tenemos dos modelos. «Coursera» es, en esencia, la googlización de la enseñanza superior, escindida de Stanford como entidad lucrativa, usando software cerrado y recursos educativos propietarios. «MITx», que ahora es «edX» a través de la formación de la coalición con la Universidad de Harvard, es fundamentalmente la respuesta del mundo libre. Un currículo similar, escalable y en línea, para la enseñanza superior brindada sobre Software Libre y usando recursos educativos libres. Tenemos un enorme interés en los resultados de esa competencia. Y nos corresponde a todos poner tanta energía como podamos detrás de las soluciones que dependan de un material de estudio libre que todos puedan usar, modificar y redistribuir, y materiales educativos basados en la misma política económica.

Toda sociedad que esté actualmente tratando de recuperar la innovación con el objeto de reiniciar el crecimiento económico bajo condiciones de austeridad necesita más educación más ampliamente disponible y a un coste inferior, lo que conforma a las mentes jóvenes más eficazmente para que creen valor nuevo en sus respectivas sociedades. Esto no se conseguirá sin las formas precisas de aprendizaje social en que fuimos pioneros. Desde el principio hemos dicho que el Software Libre es el sistema educativo técnico más avanzado del mundo. Permite a cualquier persona, en cualquier lugar, llegar a lo más alto en cualquier cosa de la que los ordenadores son capaces, leyendo aquello que está completamente disponible y experimentando con ello, y compartiendo libremente las consecuencias. Verdadera ciencia informática. Experimentación, formación de hipótesis, más experimentación, más conocimiento para la raza humana.

Necesitábamos ampliar todo eso a otros ámbitos de la cultura, y héroes geniales como Jimmy Wales y Larry Lessig trazaron la infraestructura para que eso ocurriera; ahora tenemos que conseguir que los gobiernos comprendan cómo llevarla más lejos.

La Dirección para la Sociedad de la Información de la Comisión Europea emitió un informe hace 18 meses en el que decía que podrían escanear la sexta parte de todos los libros de las bibliotecas de Europa por el coste de 100 kilómetros de carreteras. Eso significaba, y aún es cierto, que por el coste de 600 kilómetros de carretera, en una economía que construye miles de kilómetros al año, todos los libros de todas las bibliotecas europeas podrían estar a disposición de toda la raza humana: debería hacerse [se alzan voces de «¡Copyright!» por parte de la audiencia]. Recordad que la mayoría de esos libros están en el dominio público antes de gritarme «¡copyright!». Recordad que el grueso de lo que constituye el aprendizaje humano no se ha hecho recientemente, antes de gritarme «¡copyright!». Deberíamos ir hacia un mundo en el que todo el conocimiento disponible con anterioridad al momento presente estuviera disponible universalmente. Si no lo hacemos, estaremos coartando la innovación que hace posible un crecimiento posterior. Es una demanda social. El acuerdo del copyright no es inmutable. Es meramente una cuestión de conveniencia. No tenemos que suicidarnos cultural o intelectualmente para mantener un trato que ni siquiera se aplica de forma relevante a la mayor parte del conocimiento humano importante en casi todos los campos. Platón no es propiedad de nadie.

Así pues, aquí estamos, preguntándonos cómo serán los sistemas educativos del s.XXI, y cómo distribuirán socialmente el conocimiento por toda la humanidad. Tengo una pregunta para vosotros: ¿a cuántos de los Einstein que han vivido se les ha permitido aprender física? A un par de ellos. ¿Cuántos de los Shakespeare que han vivido, crecieron y murieron sin aprender a leer y escribir? Casi todos ellos. Con siete mil millones de personas en el mundo ahora mismo, tres mil millones de ellos son niños; ¿cuántos Einstein queréis desperdiciar hoy? La universalización del acceso a la enseñanza, al conocimiento, es absolutamente la fuerza más importante disponible sobre el planeta para aumentar el nivel de la innovación y del bienestar humano. Nadie debiera temer defenderlo sólo porque alguien pueda gritar «¡copyright!».

Por tanto, nos encontramos mirando las consecuencias de segundo orden de la comprensión de cómo conducir la innovación en circunstancias de austeridad. Expandid el acceso a los materiales que crean la capacidad de aprender, adaptad la tecnología para permitir a los científicos de menos de veinte años hacer sus experimentos y compartir sus resultados, permitid el crecimiento sostenido del universo de tecnologías de la información que hemos creado, compartiendo, durante el último cuarto de siglo, y estaríamos empezando a experimentar algo como altas tasas de innovación disponibles, a pesar de los masivos descensos en inversión social que se producen a causa de la austeridad.

Podemos también conceder a los jóvenes la oportunidad de tener más en sus propias manos sus destinos económicos y profesionales, un requisito absoluto si hemos de tener estabilidad social y política durante la próxima generación. Nadie debiera engañarse acerca de las perspectivas de crecimiento social en unas sociedades en las que el cincuenta por ciento de los menores de 30 años está en paro. Esto no se va a resolver dándoles trabajo en la cadena de montaje de una fábrica de coches. Cualquiera puede verlo. Los gobiernos se lavan las manos colectivamente cuando se trata de decidir qué hacer al respecto. De ahí el aumento en la tendencia con que, en sistemas de representación proporcional, los jóvenes abandonan la pertenencia a partidos políticos establecidos. Cuando los Piratas consiguen el 8.3% del voto en Schleswig-Holstein, está claro ya que los jóvenes se dan cuenta de que la forma establecida de hacer política no va dirigida a su futuro bienestar económico. Y tenemos la necesidad de escuchar, democráticamente, al gran número de jóvenes de todo el mundo que insisten en que la libertad de Internet y el final de la vigilancia y los controles es necesario para su bienestar y para su capacidad de crear y vivir.

La eliminación de los intermediarios supone que habrá más proveedores de servicios en toda la economía con los que estamos en contacto directo. Eso significa más trabajos fuera de las jerarquías y menos dentro de ellas. Los jóvenes del mundo, ya sean alumnos míos de leyes a punto de obtener una licencia, o ingenieros informáticos que empiezan sus prácticas, o artistas, o músicos, o fotógrafos necesitan más libertad en la red, y más herramientas con las que crear plataformas de abastecimiento de servicios para ellos mismos. Un desafío al que sus mayores no se habrían enfrentado con éxito en 1955, pero nosotros somos una nueva generación de seres humanos que trabajan bajo circunstancias nuevas, y aquellas reglas han cambiado. Ellos saben que las reglas han cambiado. Los «indignados» (sic) que están en todas las plazas de España saben que las reglas han cambiado. Son sus gobiernos los que no lo saben.

Lo que nos lleva, lo admito, de vuelta a esta cuestión del anonimato o más bien de la autonomía personal. Uno de los elementos realmente problemáticos de dar clase a jóvenes, al menos a los jóvenes a los que yo doy clase, acerca de la privacidad, es que usamos la palabra privacidad con varios significados bastante distintos. Privacidad significa secreto, en ocasiones. Lo que es decir que el contenido de un mensaje está oculto para todos excepto para la persona que lo hizo y a quien se supone que va dirigido. A veces, privacidad significa anonimato, lo que significa que los mensajes no se ocultan, pero sí lo hacen los puntos que generan y reciben esos mensajes. Y existe un tercer aspecto de la privacidad, que en mi aula llamo «autonomía». Es la oportunidad de vivir una vida en que las decisiones que tomas no están afectadas por el acceso de otras personas a las comunicaciones secretas o anónimas.

Hay un motivo por el que las ciudades siempre han sido motores de crecimiento económico. No es porque los banqueros vivan allí. Los banqueros viven allí porque las ciudades son motores del crecimiento económico. El motivo por el que las ciudades han sido motores que impulsan el crecimiento económico desde Sumeria, es que los jóvenes se trasladan a ellas para vivir de formas nuevas. Sacar ventaja del hecho de que la ciudad es donde puedes huir del régimen de vigilancia de la aldea, y el control social de la granja. «¿Cómo los vas a retener en la granja después de que han visto París?» era una buena pregunta en 1919 y tenía mucho que ver con la forma en que las cosas funcionaron en los Estados Unidos durante el s.XX. La ciudad es el sistema histórico de producción del anonimato y de la capacidad para experimentar de forma autónoma con las maneras de vivir. Nosotros la estamos cerrando.

Hace unos cuantos años, concretamente a principios de 1995, sosteníamos un debate en la Harvard Law School sobre el Cifrado de Clave Pública. Dos contra dos. De una parte, Jamie Gorelick, después Abogado General del Estado en Estados Unidos, y Stewart Baker, entonces como ahora en Steptoe & Johnson cuando no está en el gobierno de los Estados Unidos haciendo una horrenda política social. Del otro lado, Danny Weitzner, ahora en la Casa Blanca, y yo mismo. Y nos pasábamos la tarde hablando y dándole vueltas a si debíamos compartir la custodia de nuestras claves con el gobierno de los Estados Unidos, si el chip Clipper iba a funcionar y muchos otros temas interesantes que ahora están tan obsoletos como Babilonia. Y cuando todo acabó, cruzamos el campus de Harvard para ir a cenar en el Club de la Facultad de Harvard y a mitad del camino Jamie Gorelick me dijo: «Eben, sobre la base de nada más que tus palabras de esta tarde, tengo bastante como para ordenar que intercepten tus conversaciones telefónicas». En 1995 eso era un chiste. Era un chiste de mal gusto cuando un oficial del Departamento de Justicia de los Estados Unidos se lo decía a un ciudadano. Pero era una broma. Y todos nos reíamos porque sabíamos que no se podía hacer.

Entonces acabamos de cenar, retiraron los platos, limpiaron la mesa y se sacaron el Oporto y los frutos secos, y Stewart Baker levantó la mirada y dijo «está bien, vamos a soltarnos el pelo», ahora no tiene pelo y entonces tampoco tenía, pero «vamos a soltarnos el pelo», dijo Stewart, «no vamos a procesar a tu cliente el Sr. Zimmerman. Hemos pasado décadas de acción constante contra el Cifrado de Clave Pública y nos ha ido bastante bien pero casi está agotado, vamos a dejar que ocurra». Y entonces miró alrededor de la mesa y dijo, «pero a nadie le importa el anonimato, ¿verdad?» Un escalofrío me recorrió la espalda.

Y pensé: «De acuerdo, Stewart, entiendo cómo es la cosa. Vas a permitir que exista el Cifrado de Clave Pública porque los banqueros lo necesitarán. Y vas a pasarte los próximos 20 años tratando de evitar que las personas guarden su anonimato, y yo voy a pasar esos 20 años intentando detenerte a ti». Hasta ahora debo decir que mi amigo el Sr. Baker lo ha estado haciendo mejor de lo que esperaba, y yo lo he estado haciendo aún peor de lo que temía. En parte por culpa del matón de la capucha, y en parte por otros motivos. Nos encontramos al borde de la eliminación del derecho humano a estar solo. Estamos al borde de la eliminación del derecho humano a tener tus propios pensamientos, en tu propio lugar, a tu manera, sin que nadie lo sepa. Alguien en esta habitación ha demostrado hace tan sólo un par de minutos que si compra en una determinada tienda virtual usando un navegador, obtiene un precio distinto que si usa otro. Porque uno de los navegadores está enlazado a su historial de navegación. Los precios, ofertas, productos de conveniencia, oportunidades, se basan ahora en minería de datos global. Un oficial veterano de este gobierno me dijo después que los Estados Unidos cambiaron las reglas sobre cuánto tiempo guardaban la información de todas las personas de las que nada se sospecha (todos vosotros lo sabéis ¿verdad que sí?). Un lluvioso miércoles 21 de marzo, después del cierre de los comercios, el Departamento de Justicia y el Director de la Inteligencia Nacional (DNI), ofrecieron una nota de prensa conjunta anunciando cambios menores en las reglas de Ashcroft, entre ellas un cambio de poca importancia que dice que toda la información identificable personalmente que se encuentra en las bases de datos gubernamentales del Centro Nacional de lucha antiterrorista que está basada en personas que no son sospechosas de nada, ya no se retendrán como dictaba la regla de Ashcroft durante un máximo de 180 días: el máximo ahora ha cambiado a 5 años. Lo cual es un tiempo infinito.

Les conté a mis alumnos en clase que el único motivo por el que dijeron 5 años es que no consiguieron poner el ocho tumbado en el comunicado de prensa, por lo que usaron una aproximación. Así que estuve hablando con un oficial de este gobierno a propósito de los resultados y éste dijo: «bueno, nos hemos dado cuenta de que necesitamos un gráfico social robusto de los Estados Unidos. Esa es la forma en que vamos a conectar la información nueva con la antigua.» Yo dije «tan sólo hablemos por un momento de las implicaciones constitucionales de esto. Estás hablando de llevarnos de la sociedad que siempre hemos conocido, a una sociedad en la que el gobierno de los Estados Unidos guarda una lista de todas las personas que conoce cualquier americano. Así que si nos vas a llevar desde lo que solíamos conocer como una sociedad libre, a otra en la que el gobierno mantiene una lista de todas las personas que conoce cualquier americano, ¿cuál sería el procedimiento constitucional para hacerlo? ¿Deberíamos, por ejemplo, hacer una ley?» Él simplemente se rió. Pues, por descontado, ellos no necesitaban ninguna ley. Lo hicieron con un comunicado de prensa un lluvioso miércoles por la noche, después de que todo el mundo había vuelto a su casa, y ahora vivís ahí.

La cuestión de si es posible tener innovación bajo condiciones de completo despotismo es muy interesante. Estadounidenses de derechas o quizá incluso de centro derecha han estado insistiendo durante mucho tiempo en que uno de los problemas del totalitarismo del s. XX del que ellos mismos se diferencian de forma legítima, era que eliminaba la posibilidad de lo que ellos llaman mercados libres e innovación. Nos encontramos a punto de comprobar si tenían razón.

La red, en su estado actual, es una plataforma extraordinaria para el control social mejorado. De forma muy rápida y sin aparente remordimiento, los dos mayores gobiernos de la Tierra, esto es, el de EE.UU. y el de la República Popular China, han adoptado puntos de vista en esencia idénticos. Un grafo social que conecta al gobierno con todos y el análisis exhaustivo de los datos de la sociedad es la política fundamental de ambos gobiernos con respecto a sus diferentes formas de aquello a los que los dos se refieren como, o ven como, «mantenimiento de la estabilidad». Por supuesto, es verdad que tienen diferentes teorías de cómo mantener la estabilidad, para quién y por qué, pero la tecnología de mantenimiento de la estabilidad se está volviendo esencialmente idéntica.

Nosotros necesitamos, nosotros, que comprendemos lo que está ocurriendo, necesitamos hablar alto y claro acerca de ello. Pero no son solamente nuestras libertades civiles las cuestiones que están en juego, no tendríamos que decirlo, eso debería bastar, pero por supuesto no basta. Tenemos que dejar bien claro que la contrapartida de lo que nos cuesta eso, es el propio carácter vibrante y vital de la cultura de la invención y su discurso, ese debate público plenamente abierto y desinhibido que la Corte Suprema tanto valoraba en el caso New York Times contra Sullivan. Y esa libertad para juguetear, para inventar, para ser diferente, para no conformarse, aquello por lo que la gente siempre ha mudado a las ciudades, que les proporcionaban anonimato, y una oportunidad de experimentar con lo que son y lo que pueden hacer.

Esto, más que cualquier otra cosa, es lo que sostiene la vitalidad de la sociedad y el crecimiento económico en el s. XXI. Por supuesto, necesitamos anonimato por otros motivos. Por supuesto, estamos persiguiendo algo que podría con toda propiedad ser descrito como protección de la integridad del alma humana. Pero ésa no es la preocupación del gobierno. Es precisamente la gloria de la manera en que entendemos la sociedad civil, que no es asunto del gobierno. Es precisamente nuestra adscripción a la idea del desarrollo del individuo a su ritmo y a su manera, lo que ha sido la piedra angular de lo que hemos entendido que es nuestra misión fundamental en la sociedad, lo que significa que la protección de la integridad del alma humana es nuestra ocupación, no la ocupación del gobierno. Pero el gobierno debe atender al bienestar material de sus ciudadanos y debe atender al bien a largo plazo de la sociedad que gestiona. Y debemos dejar muy claro al gobierno que no existe tensión entre el mantenimiento de la libertad civil en la forma del derecho a que te dejen en paz, no hay distinción entre la política de libertad civil de asegurar el derecho a que te dejen en paz, y la política económica de asegurar la innovación bajo circunstancias de austeridad. Requieren la misma cosa.

Necesitamos Software Libre, necesitamos Hardware Libre sobre el cual cacharrear(**), necesitamos un Espectro Libre que podamos usar para comunicarnos los unos con los otros, sin concesiones ni obstáculos. Tenemos que ser capaces de educar y proporcionar acceso a material educativo a todos los habitantes de la Tierra sin tener en cuenta la capacidad de pago. Necesitamos tender una vía a una vida independiente económica e intelectualmente, para todos y cada uno de los jóvenes. La tecnología que necesitamos, la tenemos: he empleado tiempo y muchos de los que están en esta sala han empleado más tiempo, incluido Isaac, tratando de hacer uso de servidores baratos y energéticamente eficientes, del tamaño de un cargador de móvil, que con el software adecuado podemos utilizar para poblar la red con robots que respeten la privacidad. En lugar de los robots que no respetan la privacidad que ahora mismo casi todos llevamos en el bolsillo.

Tenemos que volver a la primera ley de la robótica en esta sociedad durante los próximos minutos o estaremos perdidos. Podemos hacerlo. Eso es innovación civil. Podemos ayudar a prolongar la extensa vida útil de ordenadores de uso general sobre los que cualquiera pueda trastear(**). Usándolos, requiriéndolos, extendiendo su uso por doquier. Podemos usar nuestra propia fuerza como consumidores y tecnólogos para hacer obsoletas las redes cerradas y los objetos bloqueados, pero sin una guía clara en políticas públicas seguiremos siendo una pequeña minoría, digamos un 8.3%. Lo cual no va a ser suficiente para elevarnos sobre la ciénaga en que los banqueros nos han metido.

Innovación bajo circunstancias de austeridad es nuestro grito de batalla. No un grito de batalla para las cosas que más nos importan, sino para las que más importan a otras personas. Nuestra entrada a la política social durante los próximos cinco años, y nuestra última oportunidad de hacer en el gobierno lo que no hemos sido capaces de hacer meramente tratando de preservar nuestras libertades. De lo cual se ha abusado descaradamente por parte de nuestros amigos dentro del gobierno así como por parte de nuestros adversarios. Nos han dejado pelados respecto a nuestros derechos, y nos han dejado pelados respecto al dinero de todos.

Me gustaría poder decir que recuperar nuestros derechos iba a ser la cosa más fácil de hacer del mundo, pero no lo es. Nadie se va a presentar a las elecciones este año sobre la base de la restauración de nuestras libertades civiles. Pero todos hablarán de austeridad y crecimiento. Y nosotros debemos llevar nuestro mensaje a donde ellos están.

Éste es mi primer borrador. En muchos aspectos inadecuado, pero al menos es un punto de partida. Y si no tenemos un punto de partida, vamos a perder. Y nuestra pérdida será duradera. Y la noche será muy oscura.

Muchas gracias.

Gracias, son muy amables, y ahora hablemos de ello.

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(*) N. del T.: En criptografía, un ataque man-in-the-middle o JANUS (MitM o intermediario, en español) es un ataque en el que el enemigo adquiere la capacidad de leer, insertar y modificar a voluntad, los mensajes entre dos partes sin que ninguna de ellas conozca que el enlace entre ellos ha sido violado. (Wikipedia)

(**) N. del T.: hemos traducido «hack» por «manipular», «cacharrear», «trastear», «cambiar», para enfatizar el aspecto experimental y curioso de la acción de cambiar una máquina o servicio, adaptarlo o extender su funcionalidad, independientemente de que se trabaje sobre una máquina no electrónica, un dispositivo electrónico físico (hardware) o sobre el programa (software) que lo hace funcionar.

(***) N. del T.: el original «scratch their individual itches» es una clara referencia al ensayo «La catedral y el bazar» de Eric S. Raymond donde se lee «Every good work of software starts by scratching a developer's personal itch». Aunque esta frase ha sido traducida como «Todo buen trabajo de software comienza cuando un desarrollador se rasca su propia comezón», consideramos que, aquí, «rascarse donde les pica» encaja mejor al mencionar posteriormente una lista de inquietudes.

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