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Este libro tiene por objeto los cambios ideológicos que
han acompañado a las recientes transformaciones del capitalismo.
Propone una interpretación del movimiento que va de los años
que siguieron a los acontecimientos de mayo de 1968, durante
los cuales la crítica del capitalismo se expresó con fuerza,
pasando por la década de 1980, donde, con el silencio de la
crítica, las formas de organización sobre las que reposaba
el funcionamiento del capitalismo se modificaron profundamente,
hasta la vacilante búsqueda de nuevas bases críticas en
la segunda mitad de la década de 1990. No se trata de un libro
meramente descriptivo, sino que pretende también, mediante
este ejemplo histórico, proponer un marco teórico más amplio
para la comprensión del modo en que se modifican las ideologías
asociadas a las actividades económicas, siempre y cuando no
demos al término de ideología el sentido reductor -al que
lo ha reducido frecuentemente la vulgata marxista- de un discurso
moralizador que trataría de ocultar intereses materiales que
quedarían, no obstante, continuamente puestos en evidencia
por las prácticas. Preferimos acercarnos al sentido de ideología
desarrollado, por ejemplo, en la obra de Louis Dumont, para quien
la ideología constituye un conjunto de creencias compartidas,
inscritas en instituciones, comprometidas en acciones y, de esta
forma, ancladas en lo real.
Tal vez se nos reprochará el haber abordado un cambio global a partir de un ejemplo local: el de Francia en los últimos treinta años. No creemos, ciertamente, que el caso de Francia pueda, por sí solo, resumir todas las transformaciones del capitalismo. Sin embargo, no satisfechos con las aproximaciones y descripciones esbozadas a grandes rasgos que suelen acompañar, generalmente, a los discursos sobre la globalización, deseábamos elaborar un modelo del cambio que fuese presentado aquí a partir de un conjunto de análisis de orden pragmático, es decir, capaces de tomar en consideración las distintas maneras en las que las personas se comprometen en la acción, sus justificaciones y el sentido que dan a sus actos. Ahora bien, semejante empresa es, por cuestiones de tiempo y sobre todo de medios, prácticamente irrealizable a escala mundial o inclusive a escala de un continente, habida cuenta del peso que las tradiciones y las coyunturas políticas nacionales continúan teniendo sobre la orientación de las prácticas económicas y de las formas de expresión ideológica que las acompañan. Ésta es sin lugar a dudas la razón por la cual los enfoques globales terminan a menudo dando una importancia preponderante a factores explicativos -con frecuencia de orden tecnológico, macroeconómico o demográfico- que son considerados como fuerzas ajenas a los seres humanos y a las naciones, que se verían de esta forma obligadas a padecerlos del mismo modo que se soporta una tormenta. Para este neodarwinismo histórico, las «mutaciones» se nos impondrían como se imponen a las especies: depende de nosotros adaptarnos o morir. Sin embargo, los seres humanos no sólo padecen la historia, también la hacen y nosotros queríamos verles manos a la obra.
No pretendemos afirmar que lo que ha pasado en Francia sea un ejemplo para el resto del mundo, ni que los modelos que hemos elaborado a partir de la situación francesa tengan, tal cuales, una validez universal.Tenemos, sin embargo, buenas razones para pensar que procesos bastante similares al francés han marcado la evolución de las ideologías que han acompañado a la reorganización del capitalismo en otros países desarrollados, según modalidades sujetas, en cada caso, a las especificidades de la historia política y social que sólo análisis regionales detallados permitirán iluminar con la precisión suficiente.
Hemos tratado de aclarar las relaciones que se establecen entre el capitalismo y sus críticas, de forma que podamos interpretar algunos de los fenómenos que han afectado a la esfera ideológica a lo largo de los últimos decenios: el debilitamiento de la crítica mientras que el capitalismo conocía una fuerte reestructuración cuya incidencia social no podía pasar desapercibida; el nuevo entusiasmo por la empresa orquestado por los gobiernos socialistas a lo largo de la década de 1980 y la recaída depresiva de la década de 1990; las dificultades encontradas en la actualidad por las iniciativas que tratan de reconstruir la crítica sobre nuevas bases y su escasa, por ahora, capacidad movilizadora aún cuando no faltan motivos para la indignación; la profunda transformación del discurso de gestión empresarial y de las justificaciones de la evolución del capitalismo desde mediados de la década de 1970; el surgimiento de nuevas representaciones de la sociedad, de formas inéditas de poner a prueba a las personas y a las cosas y, en consecuencia, de nuevas formas de triunfar o fracasar.
Para realizar este trabajo, la noción de espíritu del capitalismo se nos ha impuesto rápidamente. Esta noción nos permite articular, como veremos, los dos conceptos centrales sobre los que reposan nuestros análisis -el de capitalismo y el de crítica- en una relación dinámica. Presentamos a continuación los diferentes conceptos en los que se basa nuestra construcción, así como los resortes del modelo que hemos elaborado para dar cuenta de las transformaciones ideológicas relacionadas con el capitalismo a lo largo de los treinta últimos años, que parecen, no obstante, tener un alcance mayor que el simple estudio de la reciente situación francesa.